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Contra el negacionismo patriarcal: la violencia político sexual en dictadura

Contra el negacionismo patriarcal: la violencia político sexual en dictadura

A cincuenta años del golpe cívico-militar y bajo un complejo contexto social marcado por el avance de discursos patriarcales, conservadores y negacionistas, se torna necesario enfatizar en la violencia de género estructural desplegada en tiempos de dictadura sobre los cuerpos de las mujeres y disidencias. Cuando hablamos de violencia estatal en dictadura se construye un relato homogeneizador de los crímenes de lesa humanidad, que oblitera y suprime la perspectiva de género junto con los instrumentos de control y neutralizadores que empleó la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) sobre los cuerpos de las mujeres militantes, pobladoras y disidencias sexuales.

Sin duda, el sistema judicial lo ha simplificado y ha resumido la violencia en contra de los cuerpos no normados como “abusos sexuales” aislados, sin reconocer y comprender que la violación sexual sistemática por parte de agentes del Estado, entrenados para emplear este mecanismo como forma disciplinamiento y normativización sobre cuerpos que denominaban “subversivos”, porque que no se ajustaban a los roles de género tradicionales resituados en el sistema de género que se articuló como parte  del proyecto de reconstrucción social-dictatorial de Augusto Pinochet.

El 12 de mayo, Beatriz Batazwez Contreras, (feminista, activista y miembro de la Colectiva Mujeres Sobrevivientes Siempre Resistentes) en la radio independiente Foro Ciudadano argumentaba que, cuando se habla de los 50 años del golpe de Estado y todo lo que se ha hecho, “nosotras decimos 50 años de resistencia… todavía no hay nadie que haya sido condenado por violencia que ellos la llaman ‘sexual’ y nosotras le decimos ‘violencia política sexual’, porque son los agentes del Estado, es el Estado el que viola”.  

 Sin embargo, existe un debate de que las mujeres desde distintas trincheras levantaron desde el inicio mismo de la dictadura en torno a la represión sobre los cuerpos de las militantes sobrevivientes de prisión política. Fue luego de la Comisión de Prisión Política y Tortura, en 2004, que se ha podido incorporar y legitimar la violencia “política-sexual” como parte de los crímenes de lesa humanidad en términos jurídicos, puesto que dicha conceptualización implica tipificar un tipo de violencia experimentada bajo un terrorismo de Estado que ejerció -a través de agentes del Estado- violencia de índole sexual.

Lo anterior no tan sólo implica reflexionar acerca de los horrores acontecidos durante la dictadura desde una perspectiva de género, visibilizando y analizando las formas en que esta violencia se articuló como un tipo de represión sistemática que se ejerció sobre mujeres que fueron retenidas contra su voluntad en centros clandestinos de detención como la “Discoteque” o “Venda Sexy”, sino también asumir que esta violencia fue ejercida por perpetradores hombres, mujeres y homosexuales que fueron parte de la estructura funcionaria-represiva de las fuerzas armadas y de orden. No menos importante, es también develar el carácter estructural de las violencias de género de la dictadura, que por medio del cual los discursos sobre maternidad, patriotismo viril y seguridad antisubversiva normaron los cuerpos de hombres y mujeres bajo parámetros heteronormados que construyeron un patriarcado autoritario, que excluyó a homosexuales, disidencias sexo-genéricas y categorías de mujeres no aceptadas de la comunidad nacional. Comprender todos estos niveles en los que operó la violencia de género en la dictadura es un requisito central para buscar formas concretas de justicia y reparación para las mujeres.

El testimonio oral de Beatriz, como el de tantas mujeres forman parte de nuestra historia, así como también nos revela la fuerza y la valentía de cientos de mujeres que se atrevieron a resistir y subvertir los roles de género conservadores y heteronormativos que la sociedad chilena desarrolló en la primera mitad del siglo XX, por medio de la militancia y la politización de las mujeres durante la Unidad Popular y la organización política y la lucha armada en la dictadura. Hoy en la actualidad, Beatriz y el colectivo de Mujeres Sobrevivientes Siempre Resistiendo persisten en la lucha, permanecen fuertes y con convicción a las afueras de “Venda Sexy”, exigiendo verdad, justicia y compartiendo valientemente sus testimonios, memorias y experiencias con nosotras, para que esto no vuelva a ocurrir nunca más en Chile.

 

 

 

 

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Escrito por

Camila Hola y Catalina Raguimán, investigadoras del Observatorio de Historia Reciente de América Latina y Chile (UDP).

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