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“Mi motivo más especial es ella”: Criar a una hija con discapacidad

Violeta tiene 54 años, y vive en una de las colonias más peligrosas de San Salvador. Fue madre por primera vez a los 14 años, ahora tiene seis hijos, entre ellos, una hija con parálisis cerebral. Durante el régimen de excepción que se mantiene vigente en El Salvador desde marzo de 2022, dos de sus hijas más jóvenes fueron capturadas. Cuida no solo a su hija con discapacidad, ahora de 39 años, sino a tres de sus nietos. Sus dos primeras parejas la violentaban física, psicológica y económicamente. Ahora vive con un hombre nueve años menor que ella, pero quien comparte las labores de mantener, cuidar y criar. Esta es su historia en primera persona.

Su vida

Tengo 54 años. Nací en Mejicanos. Tuve cinco hermanas, soy la última, la más chiquita. Éramos dos varones y tres hembras. Nací el 20 de septiembre de 1968. Mi padre fue ausente. Lo que pasa es que él era trailero. Entonces, tendía a tener muchas, muchas mujeres. Y cuando llegaba donde mi madre, solo la llegaba a maltratar, a pegarle, y se iba. O sea, nunca estuvo con nosotros.

Nunca convivimos como padre e hijos. No. Sólo de pasón.

Mejicanos, a comparación de cómo estamos ahora, era bien diferente, era súper mejor, no existía ni delincuencia, ni nada. Era una colonia súper tranquila.

Yo sólo hice tercer grado, porque como sólo vivíamos con mi madre y sólo ella trabajaba para nosotros, entonces, no alcanzaba mi mamá a pagar los estudios ni nada. O sea, por eso yo ya no seguí estudiando.

Mi mamá trabajaba en la mañana. Iba a vender verdura, carne y, en la tarde, salía a vender pan dulce. Y llegaba como a las 7:30 p.m. u ocho a la casa.

Yo empecé a ayudar desde pequeña, desde que me acuerdo, desde los diez años. Empecé a ayudarles, como ella ya no pasaba en la casa, solo nosotros. Entre las tres hermanas, hacíamos las cosas.

Me tocaba lavar, cocinar, asear, hacer la limpieza, todo. Y solamente eso.

Yo tuve seis hijos. A mis hijos, una la tuve en el hospital de Maternidad y a la segunda la tuve en la casa con partera. Al tercero lo tuve en la casa también, el varón sí, es el tercero…

Así pues, yo me enamoré del primero de mis parejas y con él tuve mis primeros tres hijos. Pero como me fue mal… Yo tenía 14 y él tenía 25. Lo conocí ahí en la colonia donde yo vivía. Me gustaba que tenía una moto.

Del principio de nuestra relación… cuando lo empiezan a conocer uno, todo es color de rosa. Ya después fue más difícil con él, me trataba muy mal, me golpeaba y todo. Entonces yo, a los 18 años, me separé de él. Con tres hijos. Dos hijas y el varón.

No sé por qué él tenía ese comportamiento violento. Quizás porque andaba con otras muchachas y también consumía droga. Entonces, quizás por eso, por el mismo temperamento llegaba agresivo a la casa y sólo me llegaba a golpear.

Era infiel, quizá porque yo era bien jovencita, era una niña prácticamente. A él no sé qué es lo que le pasaba, quizás le gustaba relacionarse con personas mayores y por eso llegaba agresivo a la casa, porque yo era una niña indefensa y con las personas con las que él se metía eran personas mayores que tal vez hacían lo mismo que él, endrogarse y todo.

Como mi mamá fue bien humilde, ella lo que me decía era que lo aguantara porque era el papá de mis hijos y para que yo no anduviera con otra persona y todo eso, por eso lo toleraba, pero la verdad es que llegué a un límite que no aguanté y me separé de él.

En esos años… él sí, sí, en ese tiempo, sí nos ayudaba. O sea, lo económico, no el montón, pero sí me lo daba. Lo básico, sí me ayudaba.

Después que me separé, empecé a trabajar así, humildemente, pero como tenía la niña que era la segunda, ella es especial. Como ya no recibí apoyo del papá, porque se fue para Estados Unidos y ya no me ayudó, no le importó.
Empecé a trabajar para sobresalir con ello, porque como la niña tenía parálisis cerebral ya no pude llevarla a pasar consulta ni a nada, porque como no tuve apoyo de nadie, del padre más que todo, empecé a trabajar por lo menos para darles de comer. Para salir adelante y así, pues.

Entré en una zapatería a los 18. Estuve como unos diez años. Ella, mi madre, me ayudaba a cuidar, pero en los momentitos que ella no trabajaba, porque ella no paraba, siempre trabajaba para apoyarnos a nosotros, salía a vender, salía a trabajar en la mañana y en la tarde. Mi segunda hija se quedaba con mi hermano.

Con mi segunda pareja, me junté a los 19. Con él tuve tres hijos y estuve como unos seis años, que son bastante. Pero me separé porque lo mismo me pasó, me trataba bien mal, me pegaba y me pegaba y no me ayudaba en nada con nuestros niños ni con los otros tres. Ni con los primeros ni con los segundos.

O sea, sí le aguanté, en realidad, por no andar así… Pero él ya no me ayudaba, solo a mí me tocaba. Estaba con él por un respeto hacia la gente, hacia los niños, hacia mis hijos. Pero no me ayudaba económica ni físicamente.

Al contrario, se iba para Estados Unidos y nunca me ayudaba. Y venía y nunca me ayudaba. Así estuvo durante bastante tiempo. El primero tampoco me ayudó desde que se fue, él sigue allá y nada. Aunque, cuando se fue el primero, me dijo que no le iba a faltar nada a la niña “bombón” pero nada… Nunca me ha ayudado, nunca me ayudó con ninguno, ni con la niña especial, ni con ninguno de ellos. Ni el segundo.

Su trabajo

Llevo la mitad de mi vida en trabajos del hogar. Veintiséis años… Es bien, bien difícil. Porque me levanto a las 5:30 a hacer limpieza, bañar a la niña, a la niña especial, a cuidarla, atenderla, prácticamente hacer todo lo de todos, los oficios. Y vengo terminando, quizás como a las tres o cuatro de la tarde, ya solo allí me siento un rato.

No se diga los días que salgo a trabajar que me toca doble, me voy a trabajar y, cuando llego, llego a hacer lo mismo, a hacer los oficios, a bañarla. Atender a la niña es bien difícil.

De todos los oficios del hogar que son barrer, trapear, sacudir, lavar, tender, doblar, cocinar, lavar platos, guardar platos, ir de compras, de todo, cuidar a los niños, llevarlos a las escuelas, lavar a la niña, vestirla… lo más difícil es bañarla a ella, cambiarla, estarla aseando constantemente porque, como con los niños, es constante, cambiándole pampers, se baña a veces dos veces, tres veces al día. Para atenderla, eso es lo más difícil. Ella tiene ahorita 39 años.

Ahorita a mi cargo tengo tres nietos y la niña, vea, que es especial, son cuatro. El otro niño tiene 13, el otro, 9 y el otro tiene 7.

Su apoyo

Ahora tengo una pareja, desde hace 14 años. Lo conocí en una empresa de limpieza donde yo trabajaba. Él era motorista de ahí, lo conocí y empezamos a platicar y, de repente, pues pasó y hasta ahorita, gracias a Dios, estoy con él.

No vivimos de maravilla, pero, gracias a Dios, ahí vamos luchando los dos, porque los dos trabajamos, vamos saliendo adelante con ellos y él es bien diferente. Mi pareja actual, es mucha, mucha la diferencia de él conmigo, pues me cuida, me trata de cuidar y es bien buena persona.

Me gustó quizá porque era bien atento. Y cuando yo salía a almorzar, él llegaba y me llevaba almuerzo. Me trataba bien, súper diferente. Quizá como nadie me había tratado, quizás así. Quizás por eso sentí la diferencia que él me tomó importancia, sentía yo que él me apreciaba y me quería por el trato que él me daba.

Y a pesar de que yo tenía seis hijos y venía de sufrir, Dios me lo puso en mi camino, ¿verdad? Entonces así es él, él es bien bueno y donde vivimos igual es prácticamente de él. Y ahí estamos, con mis nietos y él siempre está bien atento con mis nietos y todo. Gracias a Dios, hasta ahorita, pues Dios me ha bendecido bastante con él.

La fe

Me empecé a congregar hace quizás, yo tengo 54 años, quizás tengo como unos 20 años de congregarme y Dios me ha ayudado bastante, porque tengo una gran fe en Dios que es lo principal y he visto la mano de Dios en mi vida, y ahí estamos luchando, echándole para adelante a las cosas.

Quizá empecé a congregarme por los procesos que había pasado antes. De repente, me invitaron y por todo lo que yo pasé y lo que estoy pasando ahorita, fui bien agradecida con Dios porque lo busqué, lo busqué de corazón y hasta ahorita ahí estamos, luchando en las cosas de Dios. Porque no es fácil, es una cosa bien difícil seguir a Dios, pero con la ayuda de Él, ahí voy adelante.

La lucha

– Usted me ha contado que no ha tenido prácticamente ayuda del papá de su hija especial. ¿Qué personas le han ayudado? Por ejemplo, me contaba que hay un señor que le daba para los pañales. ¿Cómo ha ido sacando adelante a la niña?

Hasta hace como unos tres años está un señor, un vecino que así, no tan seguido, pero siempre está pendiente, que me regala mis 20 dólares para que a la niña le compré algo. Siempre está pendiente él. Gracias a Dios que él me bendice con la niña y. Y ahí está la niña, siempre bendecida.

– ¿Qué necesitarían las mamás como usted para poder atender a sus niñas y niños, qué necesitan las mamás de los hijos especiales?

Quizás lo que necesitaríamos fuera apoyo económico, principalmente, para salir adelante, porque es bien difícil tener a los niños, a una niña así y no tener trabajo, no tener ayuda. Entonces los niños especiales necesitan algo, una cosa más especial y no cualquier cosa se les puede dar.

– ¿Y los tratamientos médicos?

No tuvo, porque como en eso que se fue el papá de ella y nunca me ayudó, yo la empecé a llevar a rehabilitación y, en eso, me mandaron para una parte, pero me dijeron que tenía que quedarme allá con ella, cuidarla y yo no podía porque tenía que dejar a los otros niños, entonces la verdad es que ya no la llevé.

Yo no la pude llevar primeramente por lo económico, porque se gastaba y ahí se pagaba, porque cobraban, le decían que uno podía dar lo que fuera, una colaboración y también se gastaba cuando yo la sacaba, tenía que dar comida, o sea, todo requería dinero y era lo que yo no tenía.

Vivir entre la violencia

– Sus hijas más jóvenes han tenido acusaciones por pertenecer a grupos. Eso también hace otro camino difícil para usted, porque usted ha tenido que hacerse cargo de sus nietos. ¿Cómo ha vivido esa situación, esas acusaciones, esos procesos de ellas?

La verdad que ha sido bien difícil porque tengo dos de mis hijas pequeñas que me las detuvieron. La primera me la detuvieron porque ella venía de la escuela, de traer a los niños de la escuela y, en eso, se le atravesaron los policías y le pidieron el DUI (Documento Único de Identidad) y todo.

Entonces, vino ella y dijo que no lo andaba, un policía le dijo que fuera a la casa y lo llevara. Y vino mi hija y se fue para la delegación ya con su DUI y, estando allí, le dijeron que la iban a acusar de agrupaciones ilícitas y yo le dije que por qué la iban a acusar de agrupaciones ilícitas si ella venía con sus hijos, no venía con personas civiles ni nadie, ellad le dijo que no, que venía con sus hijos de traerlos de la escuela.

Ellos me dijeron que habían dado la orden que a todo lo que agarraran se les pusiera por agrupaciones ilícitas, aunque no pertenecieran a nadie. Ella le dijo que no venía de hacer nada malo, que venía de la escuela de traer a sus hijos, o sea, no andaba delinquiendo ni andaba haciendo nada malo. Su delito fue no andar el DUI…

– ¿Y cuánto tiempo estuvo detenida?

Un día le faltó para cumplir los tres meses. Gracias a Dios que Dios la sacó, ¿verdad? Pero aún no lo ha sacado del todo porque está en proceso de firmas todavía.

 – ¿Y el gasto familiar para pagar el abogado ha sido?

Bien grande. Sí.

– Y la otra, la más chiquita ahorita. ¿Cuánto tiempo lleva detenida?

Ahorita acaba de cumplir 15 días.

– ¿Por qué cree que los jóvenes se meten en estos grupos?

Yo pienso que a veces no es falta de consejo, porque la verdad aquel consejo se le daba, se les da, la verdad, a veces hay personas que lo hacen quizás porque les gusta esa vida o, no sé, la verdad, porque son personas que quizás tienen apoyo de los padres y no, no quieren. Son bien rebeldes, les gusta andar en las calles. Es mi modo de pensar, pero no sé, la verdad es que no es bueno eso. Porque todo trae consecuencias, todo lo malo… a veces las madres también influyen bastante…

– ¿En cómo los crían?
En cómo los crían…

El futuro

– Ahorita tiene 54 años. ¿Qué es lo que quisiera usted para su futuro? ¿Cuáles son sus sueños?¿Cómo ve su futuro?
No sé… (guarda silencio) Bueno… Bueno, lo lógico, seguir trabajando, luchando por mis nietos, por mi hija más que todo, que es la que más necesita. Y que Dios me bendiga con trabajo. Que me abra puertas de trabajo, de bendición. Eso es lo más importante para mí.

– La situación económica y política en El Salvador está bien difícil. A usted le toca ir al mercado todas las semanas ¿Cómo ha sentido estos últimos meses la cuestión económica?
Me acuerdo que lo que yo ganaba antes me alcanzaba y hasta me sobraba, ahora no, ahora una o dos cositas compro y me sale un montón de dinero, o sea, no alcanzo a cubrir con lo que yo gano porque están demasiado caras las cosas. A veces, una o dos cosas compro y ahí se me va el dinero que he ganado en el día.

– ¿Cuánto valen los pañales que le compra a su hija especial?
4.50 dólares.

– ¿Y cuántos trae?
Ocho.

– ¿Qué es lo que la mueve a usted para cuidarla a ella?
Porque no todas las madres de niñas especiales las cuidan… Lo que más me mueve es que ella es indefensa, ella es como una niña, como una bebé. O sea, no sabe… si le duele algo, no puede decir, yo tengo que adivinar qué es lo que le duele para saber qué darle.

– Porque no habla, no. Ni camina, no…
No camina ni habla. Mi motivo más especial es ella, porque para mí ella es el centro, es la que más me necesita y, además, necesita amor por su problema y por la actitud de ella. Sí, necesita mucho amor, necesita de todo, ella necesita de todo. Atención y todo.

– Como una bebé…
Como una bebé, como una bebé por el problema de ella, ella es como una bebé.

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*Yo crío, cuidadoras en primera persona es un proyecto realizado por Pie de Página en México, La Otra Diaria en Chile y Alharaca en El Salvador, que pone sobre la mesa las distintas formas de criar y los retos que enfrenta. En México este trabajo fue realizado gracias al apoyo de Fondo Semillas.
Ilustraciones : Alejandro Sol
Arte: Andrea Burgos
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Escrito por

Periodista, escritora y docente salvadoreña

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