El caso de Renatta Rozas Sáez comenzó el seis de mayo, cuando fue vista con vida por última camino a reunirse con una persona en el mirador de Lirquén. Fue su madre quien presentó una denuncia por presunta desgracia. La buscaron por veinte días. Su rostro colmó los post de las redes sociales y su familia no cesaba en su búsqueda, mientras al mismo tiempo, denunciaban la inacción de la policía. En Facebook una publicación la muestra sonriente, debe tener diez años. La foto lleva el mensaje de su familia, quienes dicen que la extrañan. Que quieren que vuelva.
Las agrupaciones feministas de la octava región colaboraban en la difusión de su búsqueda, conscientes (así lo relataban) de que hace poco habían sufrido la muerte de “la Dorito”. Hacían referencia al femicidio de la joven Isidora González, (24) la joven penquista quien fue asesinada por su ex pareja Guillermo Atenas. El hombre dejó sus restos en un regadío de Melipilla. Así ponían énfasis también en la falta de políticas públicas para la prevención de la violencia de género.
La prensa no dejaba de poner énfasis sobre las condiciones en que se había encontrado el cuerpo, tal como ocurre ahora con la cobertura sobre el asesinato de Rennatta.
El pasado jueves 25 de mayo, se reportó el hallazgo de los restos de una mujer en Lirquén, y desde entonces la investigación se centró en confirmar mediante pruebas de ADN si pertenecía a Renatta. Finalmente, el martes 30 de mayo, la Fiscalía confirmó que se trataba de la joven.
“¡En Penco no estamos todas falta Rennatta!” decían sus amigas-cinco días antes-para convocar a los vecinos a una manifestación afuera de la comisaría de Lirquén. Pero esa mañana de martes, quizá esas mujeres, como tantas otras, asimilaron la noticia como pudieron. Quizá pensaron en Dorito, en Rennatta y en cuánto tiempo pasará hasta la próxima víctima.
La antropóloga argentina Rita Segato es una de las voces más importantes al momento de situar políticamente la violencia contra las mujeres, pues para ella no se puede reflexionar sobre esta violencia por fuera de las estructuras económicas capitalistas “de rapiña”, como ella ha mencionado en diversas entrevistas. Para Segato, el cuerpo de las mujeres es el lienzo donde se graba un mensaje de odio, moralizante, que, además, va acompañado de violencia mediática.
Segato dice, que al igual que en las guerras convencionales, donde el ganador tomaba el espacio físico y el cuerpo de la mujer era la extensión de ese territorio, hoy ocurre algo similar. En su ensayo sobre Ciudad Juárez reflexiona sobre las verdaderas torturas que sufren las mujeres y como existe un anuncio, un recado detrás de cada muerte y violación, una violencia casi ancestral que está sumida dentro de las estructuras del poder.
“Es por su calidad de violencia más expresiva que instrumental —violencia cuya expresión del control absoluto de una voluntad sobre otra—, que la agresión más próxima a la violación es la tortura, física o moral. Expresar que se tiene en las manos la voluntad del otro, es el telos o finalidad de la violencia expresiva. Dominio, soberanía y control son su universo de significación”.
Segato insiste en que, como cualquier acto de violencia, la violencia contra las mujeres lleva una firma que comprueba la existencia de un habla y un fin aleccionador del agresor, profundizando en el significado de la violencia como forma de dominio.
Esta semana Rennatta se transformó solo en un cuerpo que espectacularizar en las noticias, poco y nada se dijo sobre su breve paso por la vida, una foto escolar nos entrega algunas luces, su madre que pide justicia, también las amigas, la familia y una comunidad en duelo. Un video muestra a Rennatta feliz mientras baila haciendo malabares con cintas de tela. Tenía veinte años.
¿Por qué no están todas y todxs indignados?
Los globos lilas, la cara de la joven que pende de las ropas de amigas y familiares ahora se replican por que hay rabia por esa violencia machista que recrudece. Piden justicia. Nada más que justicia.
