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El 23 de junio del año del 2016 en la ciudad de La Calera, Carol Mora fue atacada por Patricio Marre, su acosador. El hombre pensó que la había asesinado y se suicidó. El caso apareció en la prensa escrita y la televisión con titulares amarillistas respecto del intento de femicidio, dónde además se hablaba del victimario como su  “pareja”, lo que fue muy revictimizante para la joven. Hoy se siente una sobreviviente y se recupera con la ayuda de terapia sicológica. “Parece que todo lo que ha pasado no detiene la violencia machista”, dice en este relato en primera persona.

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07/03/2022

23 de junio. “Hombre le sacó la piel de la cara a su polola con una botella y se suicidó”, decía el titular amarillista de un diario on line. Tuve sesenta puntos en la mejilla derecha y tomaba Sertralina para los cambios de humor. Fue un domingo de invierno y una cree que nunca vas a ser víctima de una agresión como de las que hablan en las noticias y en los matinales o de un femicidio, pero ese día me tocó a mí.

Fue el 18 de junio 2016 y yo tenía 35 años.

Soy la primogénita de tres hermanos y en ese entonces trabajaba con mi mamá vendiendo ropa para recién nacidos en un local comercial en el centro de La Calera. Mi cara era lo que más me gustaba de mí y quizá él  lo sabía.

En ese tiempo yo estaba soltera, recién separada del padre de mis hijas y vivía con mi madre. Quería rehacer mi vida dejar todo atrás y conocer nuevos amigos. Soy sociable y rápidamente hice muchas amistades en el barrio.

A Patricio Marre lo conocí a través de Facebook, era un hombre diez años mayor que yo. Le decían “el chaval”, porque venía llegando España y tenía el acento. Él también estaba separado hacía más de un año. Patricio me envió una solicitud de amistad, chateamos un par de días y unas semanas después comenzamos a salir, pero quise que siguiéramos siendo solo amigos y así fue por un tiempo. Era muy extraña su obsesión tan repentina conmigo y eso fue lo que no me gustó de él. Esa era la única relación que teníamos hasta el día del ataque.

El comenzó a tener cambios de humor y a ratos dejaba ver sus constantes cambios de ánimo en Facebook: fotos de un revólver, de El Guasón con mensajes violentos en la medida que aumentaba mi distancia con él. “Yo tengo mi lado romántico, pero también malvado…”, fue la amenaza en una de sus últimas publicaciones.

Patricio Marre

Un mes antes del ataque fuimos a bailar a una discotheque de Quillota y yo me encontré con el papá de mis hijas y nos saludamos desde lejos. De regreso a la casa, él me aumentó la velocidad del auto y casi chocamos. “Soy capaz de matarte a ti, a tus hijas y luego me mato yo”, me dijo antes de despedirnos. Fue allí cuando no lo quise ver más.

Pasado unos días empezó a postear mis fotos. Uno, dos, tres y hasta cuatros comentarios diarios en mis publicaciones de Facebok. Me mandó regalos a la tienda donde trabajaba y hasta mariachis. Yo no le respondía.

Una vez llegué temprano a la tienda en la mañana y él ya estaba instalado afuera y me decía que me quería cuidar, me llevó café y dulces. Después supe que me vigilaba.

La noche anterior al ataque, él me llamó y me mandó mensajes toda la noche. Yo había vuelto con mi ex pareja. A esas alturas ya era hostigamiento y fue la gota que rebasó el vaso.

Él me pidió que por favor conversáramos, me dijo que si quería fuéramos solo amigos, yo le creí porque también quería poner fin al acoso. Una vez en su casa, él me rogó que fuéramos pareja, gritó que siempre debió haber sido así. Le repetí que no, que así estaban bien, que todo se había acabado y que me dejara de molestar.

Los recuerdos son confusos, pero fue en ese momento en que Patricio dejó de ser él, la amabilidad se transformó en gritos. Fue cuando comenzó a pegarme y me rompió una botella en la cabeza, me dio cortes o más bien estocadas en la espalda y en el rostro. Él pensó que yo estaba muerta y se suicidó.

Lo que recuerdo mirando hacia atrás fue mi sensación cuando desperté. Sentí el olor aséptico de la pieza y las vendas. Tuve miedo a ver mi rostro en el espejo después que me dijeron cómo había sido todo. Tras salir de riesgo vital y dos intervenciones reconstructivas en el Hospital de Carabineros de Santiago, comencé un tratamiento psicológico para sobrellevar los efectos postraumáticos de ese día.

Lo más difícil para mí fue regresar a Calera. La primera vez que volví a mi casa después del ataque, recuerdo que me equivoqué de camino y me bajé del taxi antes. En ese momento vi la avenida Balmaceda que es donde estaba su casa y ocurrió todo. De la nada me vino un recuerdo y tuve un ataque de angustia.

Carol Mora

Hoy siento que aprendí a vivir de nuevo, pero tuve crisis nerviosas, porque todo fue distinto después de que el me cortó la cara. Tenía que visitar Santiago y alojarme en la casa de una prima, al mismo tiempo que me preparaba para enfrentar nuevas cirugías reconstructivas.

En algún momento mi hija adolescente abandonó la casa, abrumada también por lo que vivimos. Con el tiempo los doctores estaban sorprendidos con mi recuperación y hasta el día de hoy ha sido un proceso largo y lento.

Mi familia hizo campañas en contra de la violencia de género, la primera marcha después del ataque, llamé a todas sus amigas para viralizar el movimiento“Ni una menos”. De a poco la gente tomará conciencia, porque lo que me quedó más grabado de ese día fue que mientras pedía ayuda, una vecina fue la que me salvó. Es decir, otra mujer.

A veces nadie se mete, creen que son peleas de pareja y no, ahora creo que a un hombre posesivo y celoso hay que dejarlo de inmediato. Lo que si me preocupa es que parece que todo lo que ha pasado no detiene la violencia machista, que es cada vez peor y por eso trato de cuidar a mi hija mayor, de aconsejarla. No quiero que le pase nada.

Después de todo lo que viví pude salir adelante. Hoy vivo sola con mis niñas tengo un trabajo nuevo y puedo hablar de lo que pasó. Mi cara está cada día más parecida a cómo la tenía y hay un tope claro, pero creo que esta es mi mejor versión. Quise ser fuerte y no darle poder a quien me hizo esto. Tengo a mi familia y la gente que me quiere, quizá nunca recuperaré la confianza del todo, pero no quiero que lo que pasó ese 18 de junio sea lo que me defina. Soy más que esa tragedia y hoy puedo hablar de ese día.

La noticia apareció con titulares amarillistas y morbosos en distintos medios, revictimizando a Carol y su familia

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*Como medio, creemos en la importancia de denunciar y acudir a entornos de confianza y seguros para recibir contención y ayuda en casos de violencia de género. Si te encuentras viviendo situaciones de violencia verbal, psicológica y/o física, puedes contactar a las siguientes organizaciones para denunciar y conseguir acompañamiento:
Call Center Nacional de Fiscalía, 600 333 00 00
Fono Denuncia Seguro de Policía de Investigaciones, 600 400 01 01
Fono Emergencias de Policía de Investigaciones, 134
Corporación Miles, que brinda acompañamiento legal, derechos sexuales y psicológicos. Contacto: consejeria@mileschile.cl
Corporación La Morada, que brinda acompañamiento legal y psicológico las 24 horas. Contacto: +56937070019
Para ayuda en las distintas regiones del país, revisa las organizaciones agrupadas en la campaña #EnRedNosCuidamos, de la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres.
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Escrito por

Periodista feminista. Autora de “Abandonados: Vida y muerte al interior del Sename”

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