“Es un tema delicado pero, por el cargo al que estamos aspirando, corresponde ser sujeto al escrutinio público” “Afortunadamente, a diferencia de la gran mayoría de los chilenos, tuve la oportunidad de tener tratamiento”. Con algunas de estas afirmaciones respondió Gabriel Boric a una pregunta, por cierto invasiva, formulada en un debate de un canal de televisión abierta en el contexto de primarias presidenciales.
Hoy estamos cerca del país que soñamos: diverso, que nos incluya a todos y todas, incluso considerando nuestras condiciones psicológicas. Ello supone mirarnos desde lo humano, desde nuestros recursos para luchar para que tengamos acceso a los mejores servicios de salud que nos permitan gozar de mayor bienestar. Lo que hasta el momento no se ha generado desde el Estado. Este es el principal responsable, porque pese al esfuerzo de ciudadanos, ciudadanas, profesionales y técnicos, la salud mental sigue siendo unas de las últimas preocupaciones para los gobiernos.
La pandemia nos mostró una realidad respecto de la salud psicológica en el país, que es grave. Y ya era insuficiente antes de esta emergencia sanitaria. Asimismo, nos expone a todos y a todas a nuestra fragilidad, a reconocerla y a considerar que este entorno genera aún más presión a quienes experimentan diversas condiciones psicológicas preexistentes.
Necesitamos que nunca más frases descalificadoras como “no seas histérica”, “no seas bipolar”, “no seas loco o loca”, sean permitidas en nuestro lenguaje, porque son estereotipos, discriminan y excluyen a quiénes queremos sentirnos parte.
Convivir con personas que experimentan condiciones psicológicas diversas, supone enfocarnos en el desarrollo humano en un contexto específico. En esa línea, el enfoque ecológico (Bronfenbrenner, 1979) afirma que las cualidades de la persona surgen de la interacción entre sus características genéticas y un contexto que incluye la cultura, las instituciones, la interrelación entre las familias, las escuelas y las relaciones más estrechas cara a cara entre niños, niñas, adolescentes y sus cuidadores más significativos.
Así aquellas características originarias van dado paso, junto a los afectos y cuidados, entre otros aspectos, a una persona única.
Para ellas y ellos con independencia de sus características psicológicas quisiéramos generar los espacios y oportunidades que les permitan, en igualdad de condiciones sobrellevar, situaciones difíciles y contar con los apoyos en salud, en educación, en vivienda y en trabajo, que requerimos para sentirnos seguros, seguras, conformes y a cargo de nuestras vidas.
Esperamos que nunca más se envíe el mensaje de que una persona no puede cumplir un cargo de responsabilidad por una condición psicológica, lo único que impide algo así es no tratar justamente la condición. En Chile una de cada tres personas sufre problemas de salud mental en algún momento de su vida, y Santiago encabeza las capitales con mayor número de trastornos ansiosos y depresivos en el mundo.
Por eso es tan importante mejorar el acceso a la salud mental, y también comenzar a hablar abiertamente de ello. Así se pueden eliminar prejuicios tan dolorosos como el que vimos en la lamentable pregunta de Santiago Pavlovic a Gabriel Boric, en el debate presidencial del martes pasado.