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Hasta que la igualdad en la Iglesia se haga costumbre

Hasta que la igualdad en la Iglesia se haga costumbre

Este es el lema del colectivo de mujeres cristianas católicas que se moviliza en todo el mundo para reclamar igualdad dentro de la Iglesia. Son la Revuelta de Mujeres en la Iglesia. Cuanto quisiera que ese movimiento este en nuestro país, y se haga la revolución en nuestra Iglesia Católica.

Recuerdo mis años de juventud donde vi a tantas mujeres religiosas que se la jugaban por los derechos humanos y no les daba miedo que las callaran o las persiguieran. Eran mujeres valientes que nos entregaban un testimonio vivo del evangelio, como el Centro Ecuménico Diego Medellín, donde la Teología tenia ojos y espiritualidad de mujer.

Hoy hace faltan esas voces y añoro que la igualdad se haga costumbre en la Iglesia. Jesús nunca invisibilizo a las mujeres y el Evangelio está lleno de episodios que nos hablan de su relación con ellas y la importancia que tenían en su vida pública, era algo familiar que un grupo de mujeres siguiera al maestro viajero, las cuales no eran acompañadas por sus esposos. Al no estar asociadas con actividades femeninas tradicionales, debió haber causado escándalo en ese tiempo.

El evangelio de Lucas menciona la presencia de mujeres en el grupo de viaje de Jesús (Lucas 8: 1-3) y Marcos indica que habían llegado hasta el final, a pesar de que todas parecían no tener nombre.

El esfuerzo de Jesús por comunicar la igualdad entre el hombre y la mujer alcanza su punto culminante en la parábola de la mujer que encontró la dracma perdida (Lc 15, 8 ss): ¡Jesús proyecta a Dios en la imagen de una mujer!

Por todo lo dicho es evidente que Jesús promovió con todas sus fuerzas la dignidad y la igualdad de la mujer en medio de una sociedad dominada por el hombre. Creo que fue “feminista” y lo fue de manera radical.

Sin embargo para mi Jesús no pretendía ser feminista, sino que trascendió al patriarcado. En él, las mujeres adquieren visibilidad, eran parte de su caminar y, dentro de las primeras comunidades, tenían un papel de liderazgo que se fue perdiendo en el tiempo. Esto sucede cuando pasa a convertirse en institución de poder religioso y social, dejando de ser un movimiento mesiánico de liberación, la Iglesia tuvo que aceptar las estructuras normales del poder, que habían estado (y estaban) en manos de los hombres, los cuales justificaron después esa situación (de dominación patriarcal) con pseudo-argumentos religiosos, que en realidad van en contra del espíritu de Jesús.

Es importante recoger lo que nos dicen reconocidas Teólogas : “Las mujeres han permanecido en la Iglesia como las grandes ausentes, una ausencia que perdura hasta nuestros días. Evidentemente la ausencia de las mujeres empobrece enormemente a la Iglesia en múltiples aspectos y en sí misma; pero además pierde credibilidad ante el mundo que va despertando rápidamente en estos aspectos y ante los cuales la Iglesia, Luz de las Gentes como se llamó a sí misma en el Concilio, debería brillar con su ejemplo y alumbrar caminos nuevos.” (María José Arana).

“Tengo la impresión de que llevamos con el mismo discurso demasiado tiempo. Muy anclado, por una parte y por otra, en sus respectivas posturas. Hay un temor en la Conferencia Episcopal, como si cualquier mujer que defiende sus derechos estuviera reclamando la ordenación. Y no se trata de eso, sino de que el Evangelio empuja de abajo a arriba, porque habla de una comunidad circular en la que alguien tiene la presidencia, pero en la que todos somos hermanos y hermanas. Me pregunto por qué tenemos tanto miedo al sueño circular y fraterno de Jesús y creo que tenemos mucha confusión entre autoridad y poder”. (Dolores Aleixandre).

Siempre había pensado en escribir este artículo, que no es en contra de la Iglesia, la cual amo y respeto, lo único que me mueve es hacer un llamado a la jerarquía de la Iglesia Católica vuelva a vivir el espíritu de Jesús.

Hago eco de las conclusiones recogidas en el encuentro de religiosas en Estados Unidos, que han sido grandes luchadoras al pedir que nuestros derechos sean reconocidos y señalar que la Iglesia no puede pensar en su renovación sin nosotras. No nos pueden seguir viendo como mujeres de servicios, muchas de nosotras son grandes Teólogas, y profesionales en distintas áreas, nos sabemos desempeñar en todos los ámbitos de la sociedad, somos mujeres que hemos sido capaces de salir del mundo privado a lo público, muchas dieron su vida por el evangelio y aún no logramos entender como la Iglesia es la única institución del mundo, al menos en el ámbito occidental, que sigue marginando a las mujeres.

Termino con estas palabras que surgieron en la conferencia de religiosas de EEUU. “En la vida civil, la mujeres lucharon y, al fin, consiguieron sus derechos, hoy reconocidos ¡Qué pena que en la Iglesia de Jesús todavía no se nos reconozcan!”

 

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Escrito por

Ex religiosa. Especialista en trabajos con migrantes y refugiados.

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