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Carla Rojas: “Cualquier hombre que haya sido educado en la masculinidad hegemónica o violenta puede ser un potencial agresor”

Carla Rojas: “Cualquier hombre que haya sido educado en la masculinidad hegemónica o violenta puede ser un potencial agresor”

Psicóloga, Magíster en Dinámica Organizacional, Coordinadora de Género y Diversidad de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile, Carla Rojas habló extensamente con Página 19 sobre qué ocurre con las mujeres en Chile en un año marcado por la pandemia. En el último tiempo, la experta ha realizado su investigación académica sobre el daño a la salud mental de las mujeres que han sufrido distintos tipos de violencia en las empresas masculinizadas.

-¿Qué ha pasado con las mujeres durante la pandemia?

-Han estado super expuestas a distintas dimensiones de la violencia. Por ejemplo, han aumentado en un 90 por ciento los llamados a los fonos denuncia. También ha habido un significativo aumento de la violencia física y sexual y un deterioro en su salud mental, porque las mujeres han llevado toda la carga doméstica, cuidado de terceros, las tareas de los hijos/as, sin tener la red de apoyo de los colegios. Además, conocemos de denuncias en las residencias sanitarias y en las Fuerzas Armadas donde yo tengo varios casos. En resumen, todas las violencias han aumentado, tanto en lo intrafamiliar como en lo extrafamiliar, y también institucional, porque hay un abandono del Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género por una falta de políticas públicas para la contención frente a la crisis de la pandemia. Hay otros países, como Francia o Argentina, que han estado trabajando activamente para contar con refugios temporales para las mujeres porque el confinamiento aumentó la violencia, entonces si Chile no tiene políticas públicas que sean efectivas no logramos sostener las violencias que se están produciendo.

-¿Por qué el Estado o la administración Piñera ha estado ausente de la realidad que viven las mujeres?

-Creo que tiene que ver con la violencia institucional, como lo llama  Rita Segato, en términos de la violencia estructural, como la falta de acción u omisión donde las mujeres se ven doblemente doblegadas, porque faltan recursos para sostener esta crisis sanitaria. Eso en el cuidado de las mujeres es una doble victimización. Que la persona que está encargada del Ministerio de la Mujer no esté capacitada ni tenga las mínimas competencias, una vez más expone a las mujeres a que sean más vulneradas. Esta violencia institucional también pasa con Carabineros y el resto de las Fuerzas Armadas, donde se supone que son instituciones que deberían defendernos, pero que se ha probado que nos vuelven a violentar.

-¿Se da también este violencia en los partidos políticos, más allá de que sean de derecha, centro o izquierda?

– Sí y eso quedó muy bien representado en la perfomance de LasTesis donde se cuestiona al Estado, a los jueces, a Carabineros. En ese contexto, tampoco están libre los partidos políticos en general. Lo he visto incluso en el comportamiento del Presidente Piñera quien le corta un mechón de pelo a Karla Rubilar y ahí te puedes dar cuenta de cuál es la validación femenina en el gobierno actual. En una cartera de ministros y ministras que no es paritaria. En el caso de los partidos políticos hemos visto todo lo que han tenido que luchar las candidatas constituyentes para que no sean invisibilizadas. Tampoco la sociedad civil se queda atrás, porque también terminan replicando el patriarcado y la violencia hacia las mujeres.

-¿Cómo una mujer puede reconocer a un potencial agresor sexual? Se lo pregunto pensando sobre todo en mujeres que no tienen redes de apoyo ni de contención.

– Primero, desde lo que tiene que ver con el enfoque de género en esta violencia estructural cualquier hombre que haya sido educado en la masculinidad hegemónica o violenta puede ser un potencial agresor. Desde siempre hemos señalado de que no se trata de una patología, sino de una cultura de violación que señala a los hombres que en cualquier minuto pueden violar. Ese acto tiene que ver con el sometimiento y el poder, y no necesariamente con la satisfacción sexual. Llevo algunos casos de violación donde mujeres han sido violadas por sus propias parejas, por su mejor amigo, por su padre biológico en determinado momento. Mientras vivamos en esta cultura patriarcal, cultura de la violación, cualquier hombre que sienta que puede someter a una víctima lo puede hacer. Generalmente, estos hombres son narcisistas y poseen rasgos psicopáticos.

Yo más que un consejo a las mujeres sin redes, daría tips de cómo enseñar a que su hijo no viole.  En lo intrafamiliar, habría que tener algunos códigos básicos, por ejemplo, es detectar un tipo de personalidad narcisista, manipuladora, que desea imponerse frente a la otra persona. Y ahí sí hay violación, usualmente la mujer se pregunta si la hubo o no y tiende a negarla, porque generalmente es alguien cercano. Ahora, sugiero como prevención el respeto a los límites en cualquier relación. Pasa que algunos hombres van ganando confianza victimizándose y con ello lo que hacen es que algunas mujeres sientan culpa porque se trata de cómo van ganando tu confianza para establecer una relación de poder.

Usualmente un perpetrador o una persona que abusa psicológica o sexualmente lo que hace es aislar a la víctima, ya sea de las amigas, de la familia, en fin, de personas que pueden ayudar a contener a las mujeres. También son muy seductores porque no se trata de que a la primera llegan y violen, sino que hay un trabajo previo de violación donde ha existido este manejo emocional de las víctimas. Ahí se dan las amenazas y el chantaje emocional. Finalmente, cuando ha ocurrido la violación se impone el secretismo como una manera de manejar a la víctima. Otra cosa importante es el tema de la denuncia. Es todo un tema, porque no se puede obligar a la víctima a que denuncie cuando existe una violencia institucional que no las hace confiar, sobre todo cuando los agentes del Estado no toman medidas precautorias en su defensa.  Muchas veces no se les cree, teniendo además que demostrar que dijeron que no. Es un daño tremendo para ellas porque tienen que relatar muchas veces lo que vivieron ante las policías y los tribunales. Existe una legislación precaria y sin enfoque de género.

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