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Volver a la “normalidad” en pandemia o volver a lo que ya no existe

Volver a la “normalidad” en pandemia o volver a lo que ya no existe

Sin duda este último año y medio de pandemia ha significado pérdidas de distintos tipos: duelos familiares y amigos, distanciamiento de relaciones, empleos, viajes, proyectos y rutinas. De un momento a otro la pandemia desafió a algunas personas adaptarse a lo nuevo como a teletrabajar en medio de la crisis y la sobrevivencia.

Con los hijes en la casa en confinamiento, a muchas mujeres se les envió de vuelta quizá a un lugar más riesgoso para ellas. Así lo señalaban las cifras de denuncia violencia de género que transparentaban que el lugar más riesgoso para algunas niñas y mujeres es su propio hogar. Otras tuvieron que trabajar de manera presencial enfrentando a diario el temor a enfermarse y contagiar a la familia. También estaban las personas trabajadoras del área de la salud que contenían esta crisis sanitaria mirando de frente el miedo más grande de la población: la muerte.

¿Cómo se vuelve a la normalidad?

Lo cierto es que las personas no somos máquinas o números, tampoco somos un computador que se puede reiniciar, hay miedo a contagiarse, fobia social, agotamiento pandémico, planes con amigos y familiares que solo quedan en el grupo de WhatsApp. Esta el miedo a un abrazo, a un lugar atestado de gente y el terror de las nuevas variantes. A mí, como a mucha gente, me ha costado volver. Veo lejana la posibilidad de estar tranquila en un espacio público, volver a compartir con amigos y amigas como si nada. Volver a las aulas sin alumnos y alumnas. Muchas personas resistieron esta catástrofe (porque sí fue una catástrofe), de manera automática, sin conectarse emocionalmente o sin tener la posibilidad de conectarse con las pérdidas que iban sufriendo. En medio de la pandemia perdí a dos personas importantes: una colega y a una amiga, ambas estaban enfermas de cáncer. No me pude despedir de ninguna de ellas. También fue doloroso ver a gente que conoces perder a sus padres u a otros familiares y tener que seguir trabajando, sin tener siquiera la posibilidad de despedirse. Así también las 37.000 familias que perdieron a sus seres queridos por el virus.

Para muchas mujeres, esta carga física y mental, fue el doble o el triple. Ellas se llevaron el peso de todo el trabajo doméstico, además del de sus jornadas laborales.

Ahora dicen que tenemos que volver a la “normalidad”, volver a las oficinas, volver al ritmo frenético de trabajo, viajes y hacer casi todo como se hacía antes del Covid-19, como si la pandemia hubiera terminado. Hoy debemos entender que la llamada “normalidad” no existe más. Está en el pasado, porque esa forma de vivir terminó.

¿Qué nos ha pasado? ¿Qué nos ha dejado la pandemia? ¿Cómo abordaremos los cambios que vienen? Son muchas las preguntas y quizá la respuesta es que solo se puede intentar salir fortalecidos y fortalecidas de esta vivencia.

Debemos ser conscientes del impacto en la salud mental y de la fatiga pandémica. ¿Volveremos a trabajar aglomerados, bailaremos con nuestros amigos apretujados en alguna celebración? ¿El afecto con nuestros seres queridos y la manera de contactarnos con otros seguirá siendo la misma? Las preguntas siguen.

Hoy también debemos reconocernos de una manera más humana. La pandemia nos enrostró que no sirve el individualismo, que las personas solo superamos las crisis en el colectivo y con colaboración. Que si no nos damos estos espacios de contención, si no reconocemos lo que nos ha pasado en este proceso: el duelo, el cansancio, el aburrimiento, el miedo y la necesidad de contención, corremos el riesgo de volver a la normalidad, a esa “normalidad” que muchas veces no tenía sentido.

Podemos intentar volver de poco, paso a paso, sin perder el foco en las personas, la salud mental y física. En el trabajo y en la vida personal debemos ser conscientes de lo que cada persona pueda estar atravesando.

A nivel individual es importante monitorear la salud mental, reconocer límites y que si bien la pandemia arrasó con todo, no nos afectó a todos y todas de la misma forma. La pandemia nos mostró la vulnerabilidad de la condición humana, solo si la reconozco podremos aprender algo de esta experiencia y volver a la “seudo” normalidad, no a la misma que conocimos, pero si quizá a una más compasiva.

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Escrito por

Psicóloga experta en violencia de Género. Magíster en Dirección de Personas y Dinámica Organizacional, Facultad de Economía y Negocios Universidad de Chile.

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