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La guerra contra las mujeres: Misoginia y violencia machista en la política

La guerra contra las mujeres: Misoginia y violencia machista en la política

La ministra de Cultura, Carolina Arredondo, recibió  infinidad de ataques tras su nombramiento, situación que lleva a preguntarse sobre el motivo de dichas violencia descarnada. Lleva a cuestionarse todos los avances en equidad, pero el mensaje es claro.

Violencia. Misoginia. Anulación. Machismo en la política.

¿La ataquen por haber nombrado a una actriz para un puesto ministerial? No.  Ronald Reagan, un actor secundario y mediocre según la crítica, no sólo tuvo responsabilidades en la política de EE.UU., sino que llegó a ser presidente del, probablemente, país más poderoso del mundo.

En el caso chileno, Luciano  Cruz Coke, fue designado en la administración de Sebastián Piñera como ministro de cultura el 11 de marzo 2010 y no recibió estos ataques.

¿Es por su falta de experiencia en la política? No. Si volvemos a la democracia referente del planeta, un hombre completamente ajeno a la política, algo de lo que él mismo presumió, e inexperto, como Donald Trump, también fue, nada más y nada menos, que presidente de los EE.UU.

Otra vez volviendo al caso chileno, Julio Hernán Isamit Díaz , luego de un cambio de gabinete bajo el segundo gobierno de Sebastián Piñera, a raíz de unas masivas protestas, fue designado como ministro de Bienes Nacionales en remplazo de  Felipe Ward el 28 de octubre del 2019. Tenía treinta años al momento de asumir. Y no. Tampoco fue atacado por su falta de expertiz.

A las mujeres como Carolina Arredondo, desde hace mucho tiempo, las atacan porque pueden. Las atacan porque quieren. La atacan desde el temor. Porque desde el avance de la extrema derecha se ha normalizado la violencia de género. Se niega la existencia del misoginia y al mismo tiempo avanza a pasos agigantados en la política.

A Carolina Arredondo la atacan para sacarla del camino. Es disciplinamiento para ella y toda mujer que ose, sueñe o se piense en un cargo de autoridad. A esas mujeres libres de levantar su voz, la derecha las  ataca y las atacará con todas sus fuerzas por el terror que los corroe.

La larga prehistoria patriarcal  de  la humanidad.

“El sistema de status se basa en la usurpación o exacción del poder femenino por parte de los hombres. Esa exacción garantiza el tributo de sumisión, domesticidad, moralidad y honor  que  reproduce  el  orden  de status, en el  cual  el  hombre debe  ejercer su  dominio y lucir  su  prestigio ante sus pares, este orden social se mantiene dentro de  ese  sistema  articulado pero  no  enteramente  consistente producen y reproducen un mundo violento. Ese efecto violento resulta del  mandato moral y moralizador de reducir y aprisionar la mujer en su posición subordinada, por todos los medios posibles,  recurriendo a la  violencia sexual, psicológica y física, o manteniendo  la  violencia estructural  del orden social y económico”, señala Rita Segato.

Así podríamos seguir analizando los diferentes argumentos que se están utilizando para atacar a la ministra Arredondo, y comprobaríamos que ninguno se sostiene en las circunstancias sociales y políticas del país y que todas se centran en ella solo por ser mujer, a la que se le unen dos elementos que para el machismo son como el agua bendita para los demonios, la juventud y su libertad para expresarse por los diferentes espacios que define la cultura.

No es algo nuevo.

Sucede cada vez que confluyen elementos como ser mujer y ser joven, como vimos también en las críticas contra la entonces primera ministra de Finlandia, Sanna Marin, por expresarse libremente bailando en una fiesta con sus amistades. Ella lo hizo en el terreno personal y privado y Carolina Arredondo de forma profesional y pública por medio del cine y la escena, pero a las dos las criticaron por ser mujeres llevando a cabo dichos comportamientos.

Así es la doble moral las mujeres históricamente han sigo juzgadas, perseguidas y asesinadas por ser libres.

Y la derecha fascista odia esta libertad ya que ellos sólo validaran la participación de mujeres en espacios públicos y la política siempre que defiendan o matengan el pacto patriarcal.

La violencia de un misógino en la política es un continuo de la violencia contra las mujeres en la sociedad, por eso las dos están presentes de manera simultánea y en todo lugar. La simultaneidad se observa al comprobar que los argumentos de origen se sitúan en la condición de mujer, como ocurre con cualquier mujer maltratada o agredida sexualmente, y que la conclusión de dichos argumentos lleva a presentarlas como mujeres a las que la propia sociedad denosta, como vemos al presentar a la ministra como una prostituta.

El machismo y la misoginia se construyen sobre la idea de que la condición de hombre es superior a la condición de mujer, y a partir de esa premisa crea la cultura androcéntrica basada en esa superioridad masculina y en lo que deciden los hombres, y, en consecuencia, en la inferioridad de las mujeres y sus decisiones.

Ese es el modelo social y cultural que defienden con sus valores, ideas, creencias, tradición, y por lo tanto, a partir de ahí plantean la legitimidad del ejercicio del poder en quienes ostentan directamente esa condición, o sea, los hombres. Otras personas que tengan una condición diferente pueden ejercerlo siempre y cuando defiendan el orden androcéntrico establecido, por eso, a pesar de todas las resistencias y dificultades que les ponen, permiten que determinadas mujeres que mantengan las referencias androcéntricas puedan participar del ejercicio de “su poder”. Pero lo que no admiten es que una mujer feminista, joven y libre.

Las críticas y ataques a la ministra  buscan ese doble objetivo. Incidir en lo personal para dañarla e intentar condicionar su trabajo, y mandar un mensaje a la sociedad para que las mujeres entiendan que asumir responsabilidades, roles y funciones diferentes a los que un sistema patriarcal ha definido para ellas tiene consecuencias:  violencia y ataques sin cuartel.

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Escrito por

Carla Rojas, psicóloga experta en violencia de Género/Magíster en Dirección de Personas, y Miguel Llorente, Profesor de Medicina Legal y Forense/ Especialista en género.

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