El amor romántico nos lleva a pensar en una frase: “Mientras nosotras amábamos, ellos gobernaban. Tal vez no se trate de que el amor en sí sea malo, sino de la manera en que se empleó para engatusar a la mujer y hacerla dependiente, en todos los sentidos. Entre seres libres es otra cosa”. (Kate Millet)
En el día del amor o de los enamorados siempre es bueno reflexionar sobre las situaciones que las mujeres sufren a causa del amor romántico. Algo que comienza en la infancia donde se nos enseña a normalizar la violencia de una u otra forma. Lo vemos en cuentos como La bella y la bestia: él es una criatura descontrolada y herida, que estalla en ataques de ira, grita y arroja objetos al piso y a la pared. Bella se asusta y reacciona, pero luego ella entiende que debe comprender que él está herido, dañado y quizá debe ser “salvado”. Bella le enseña a con mucha paciencia a amar en una total entrega y así ella rompe el hechizo.
En todos los medios de sociabilización se expresa la desigualdad de género y poder, incluida las relaciones de pareja, pero desde pequeñas se nos enseñó que si un niño te golpea o te ignora es “porque te quiere”. En esa enseñanza que parecía casi inocua y, en tantas otras, el patriarcado construye una masculinidad que atraviesa todas nuestras relaciones. Hoy con los avances del movimiento feminista, mujeres y hombres han tomado mayor consciencia del nuevo contrato social, pensamos la relación de poder dentro de las relaciones laborales, políticas y sociales, pero en las relaciones de pareja nos queda mucho que avanzar.
En ocasiones he escuchado a hombres que conozco decir que ellos “están más feministas”, que han tomado conciencia de las desigualdades e inequidades de género en la sociedad. Sin embargo, en muchas ocasiones, esa aseveración, no se ve reflejada en su relación de pareja. Al observar la cotidianidad de sus acciones en su relación y señalarles ciertos comportamientos patriarcales, donde la asimetría está presente, algunos responden “Las mujeres que me conocen dicen que soy un buen compañero, buen hijo y buen amigo”. Lo que hay que dejar claro, es que muchos agresores parecen ser ser buenos colegas, buenos vecinos. En general, en muchos casos” están vestidos de “hombres ejemplares”. Es necesario pensar las relaciones de poder y la violencia dentro de la relación de pareja y el amor romántico. Y quien tiene que decir si ese hombre es machista o no, es agresivo o no, es la propia pareja.
Como psicóloga, me toca atender mujeres que han sufrido distintas experiencias de violencia de género, física, sexual, psicológica, económica y, en ocasiones, todas estas agresiones juntas. Al escuchar cada relato siempre noto las huellas del amor romántico. Muchas veces llegan a atenderse luego de pasar por varios tratamientos farmacológicos y terapéuticos, para tratar la ansiedad, el estrés y o depresión. Con el tiempo se dan cuenta que era su relación la que estaba generando toda esa sintomatología, y por eso mismo creo que es urgente que el enfoque de género este en todas las especialidades de la salud mental, para detectar estos casos a tiempo.
Las víctimas siempre me cuentan algunas experiencias similares: “Yo sabía que no estaba bien, pero pensé lo podía cambiar”. Y la verdad que la violencia en las parejas nunca se expresa de un día para otro. Existe un trabajo previo donde hay manipulación durante la primera etapa los hombres, hay bombardeo palabras, adulaciones, hay planes de vacaciones de ensueño, de una vida color de rosa donde hay cientos de proyectos que quieren realizar junto a una persona determinada. En ocasiones se presentan como victimas una vida familiar muy traumática, una infancia dañada, abandonos a primera etapa. En otras ocasiones en sus historias simpre están presentes las ex esposas y parejas “tóxicas” o “locas”.
Antes de la violencia física comenzarán las primeras micro agresiones verbales, discusiones, indiferencia, cuestionar el criterio de realidad y hasta el aislamiento total o parcial. Lo cierto es que estas conductas abusivas comienzan a crecer y los impactos serán cada vez mayores con empujones, golpes accidentales, lanzar objetos, tal como lo hacía el personaje de cuento. Algunas alcanzan a denunciarlo. Muchas son asesinadas.
Un punto relevante en cada historia es que durante el trabajo de reparación reflexionan que vivieron una pesadilla que duró meses y hasta años. Durante las sesiones comienzan a analizar qué fue real, y qué no en la relación. Con mucho dolor algunas se dan cuenta que más bien se enamoraron de un personaje irreal, que no se enamoraron de sus actos y conductas, si no más bien de la promesa que declaraban ser en un futuro, y de la idea de “cambiar”.
Todas tenían una vida activa, llena de amistades y actividades de las que fueron despojadas por su agresor.
En la sociedad patriarcal se justifica y normaliza la violencia hacia las mujeres en todos los espacios. Estamos bombardeadas de la enseñanza que si una pareja estamos incompletas. Tampoco se habla de la violencia en el pololeo. La violencia en las relaciones de pareja es una de las más normalizadas. Porque así como en los cuentos románticos y al igual como nos enseñó Bella: el amor todo lo aguanta.
¿El amor romántico todo lo puede?
Hoy debemos educarnos y reconocer nuestros limites personales y ser capaces de expresarlos. Muchas víctimas relatan cómo fueron cediendo de a poco en esa última relación hasta el punto de no reconocerse.
Por otro lado, el patriarcado no hace pensar que el amor sólo es posible en pareja y entre un hombre y una mujer. Y también hay distintas formar de amor más libre y otras que nos permiten pensar en colectivo.
Una forma importante de diferenciar una relación saludable a una de amor romántico y toxica, es la capacidad de la pareja de conversar los conflictos reconocer y respetar los límites de cada persona, avanzar y comprometerse en una relación para que ambos crezcan. Quienes eligen estar en pareja deben (debemos) aprender que el amor se construye entre dos personas que desean y eligen estar juntas diariamente. Mi deseo es que cada vez hayan menos femicidios, menos agresiones, menos vidas truncadas en nombre del amor romántico. El amor no es solo un sentimiento y tal como lo decía Bell Hooks “El amor son acciones”.