El lunes 15 de marzo Norma Quiroga fue baleada en Puente Alto al salir de su casa en dirección al trabajo. El femicida fue Juan Flores Valenzuela, su ex conviviente y acosador, a quien ya había denunciado por maltrato. En una reunión que convocó el Comité de Género de la Corte de Apelaciones de San Miguel, se reconoció que la denuncia en la Fiscalía Metropolitana Sur no habría sido considerada de “riesgo alto” por tratarse solo de mensajes por WhatsApp. En su familia dicen que esta madre y amiga fue asesinada como consecuencia del cruce entre la violencia machista y la violencia institucional y que, en medio de las amenazas y el hostigamiento, quedó totalmente desprotegida.
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Eran las siete y media del lunes 15 de marzo y, en la Villa San Guillermo de Puente Alto, Norma Quiroga (44) caminaba por la casa con zancadas apuradas. Necesitaba llegar temprano a su jornada laboral como parte del personal de aseo en el Registro Civil de San Ramón, por lo que se subió a su auto de un salto y partió a poca velocidad para bajarse y cerrar el portón de seguridad del pasaje. La maniobra solo le tomaba un par de segundos, pero al regresar al volante vio un hombre vestido de negro se acercó, la empujó y le disparó directo al pecho. En medio de los gritos, los vecinos creyeron que era “un portonazo”, tipo de robo que se ha hecho habitual con la falta de seguridad en medio de la pandemia. Todos tardaron en entender, estaban en shock.
Juan Flores, su ex pareja, le había disparado y huyó corriendo del lugar. El ataque quedó registrado en la cámara de seguridad de un vecino.
Treinta minutos después, pese a los esfuerzos de los médicos, Norma falleció en el Hospital Sótero del Río producto de una lesión “cayado aórtico por proyectil balístico”, como se lee en su certificado de defunción. La noticia se viralizó en todas las redes sociales, era el femicidio número 11 en lo que va del 2021 según la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres.
Una semana después de la tragedia, su hijo mayor Cristián Rojas (28), repasa los momentos más importantes en la vida de su mamá, apenas ha podido asimilar el asesinato y solo contesta los llamados de periodistas porque cree que lo que está pasando con las mujeres se tiene que “viralizar”.
-Ha sido todo muy difícil. Mi madre buscó ayuda, tenía miedo ¿pero qué sacó? La mataron en la esquina de su casa-, dice con un hilo de voz.
Norma Quiroga Zuñiga nació el ocho de octubre de 1975. Vivió su infancia en una toma de terrenos en San Ramón, la que años más tarde sería conocida como Villa La Cultura. Hija de padres feriantes, estudió hasta tercer año medio en el Centro Politécnico de San Ramón hasta que quedó embarazada a los 17 años.
Ante la llegada de su primer hijo, empezó a trabajar como asesora del hogar para mantenerlo mientras vivían en una pieza instalada en el patio de la casa de sus padres. Cuando Cristian cumplió ocho años, Norma se separó de esa pareja.
Cristian la recuerda en ese mundo que tenían ellos dos. Su mamá sacándole brillo al piso de madera en una habitación que le parecía linda y donde ambos eran felices.
-“No porque uno sea pobre dejará de andar impecable, limpiecito”, decía siempre mi mamá-, recuerda Cristian y la anécdota lo alegra un poco.
Para juntar más dinero, Norma empezó a trabajar de “colera” en la feria de San Ramón vendiendo ropa que le regalaban.
-Ahí mucha gente la quería por su personalidad, de estar siempre escuchando y dando consejos, ella era muy alegre-, confiesa Cristián.
En el año 2003, mientras asistía al Club Deportivo El Bosque para participar de actividades recreativas, conoció a Juan Flores Valenzuela, quien tenía el apodo de “Indio Juan”, al igual que uno de los delincuentes más peligrosos de Chile. Arrastraba varias condenas por robos, pero a ella le prometió que iba a cambiar.
Meses después la pareja recibió a su primera hija, mientras que Flores cumplía una condena en la Penitenciaría de Santiago. Ella se sentía tranquila. Al mismo tiempo tomó una importante decisión: vivir sola con sus hijos en un departamento en la Población Santo Tomás de La Pintana. Siempre quiso tener una casa propia y dejar de vivir de allegada.
Cuatro años después, Juan Flores salió de la cárcel. Ya la maltrataba sicológicamente, pero Norma volvió a formar esa familia, quizás por temor.
-Cuando mi hermana creció empezó a rechazar al Juan, discutían y tenían una relación muy distante. Desde ahí comenzaron las peleas entre mi mamá y él porque la culpaba de que no lo viera como papá. Juan tiene una personalidad muy tóxica, de psicópata. Ella lo echaba de la casa, pero se hacía la víctima. Mi mamá le tenía miedo. Presencié muchas peleas que incluían insultos, maltrato físico, amenazas de que la volvería golpear-, recuerda Cristián.
Debido a los constantes episodios de maltratos, Norma interpuso una denuncia por violencia intrafamiliar el año 2012. Su hijo reconoce que lo denunció ‘mínimo cinco veces’, entre idas y venidas.
Durante el 2017 terminó definitivamente con Juan mientras estaba detenido en Uruguay por robo. Sin embargo, él comenzó a acosarla a través de llamadas telefónicas y amenazas de muerte.
Dos años después Norma conoció a Carlos Ramírez cerca de donde vivían sus padres, y meses más tarde empezaron una relación. Se fueron a vivir juntos a la Villa San Guillermo en Puente Alto, en compañía de su hija menor. Norma al fin sentía que formaba una familia y estaba lejos del hombre que le había hecho tanto daño.
Estaba feliz y sus fotografías hablan de una mujer alegre y cercana.
A mediados del 2020 Juan Flores regresó a Chile, luego de estar encarcelado en Uruguay y Brasil, el acoso y la violencia psicológica se intensificaron. La sobrina de Norma, Javiera Quezada, relata que cuando el hostigamiento cesaba la familia sentía más miedo, sabían que podía estar planeando algún ataque. Los últimos años que estuvieron juntos fue cuando la comenzó a manipular con que si ella no volvía con él, iba a matar a las personas que más amaba. Por eso temían lo peor.
-Él llamaba a mi Meme, le enviaba audios, visitaba o le hablaba a personas cercanas a ella para sacarles información de donde estaba-, dice Javiera.
En octubre del 2020 nuevamente lo denunció, según su familia lo hizo en la Fiscalía Sur y el Centro de la Mujer Cordillera, ya que las amenazas de muerte aumentaron. Norma a esas alturas ya temía por su vida, la de su pareja y la de su hija.
De la violencia machista a la violencia institucional
Durante febrero del 2021, Norma no llegó hasta su trabajo en el Registro Civil de San Ramón por una licencia médica producto de un dolor de espalda, a la que se sumaron dos semanas de vacaciones. Por ese motivo se le vio pocas veces fuera de la casa. En ese tiempo Juan Flores ya había comenzado a merodear el pasaje El Tordillo para atacarla. Incluso algunos vecinos dijeron que lo habían visto esperándola una semana antes de asesinarla.
-Lo sorprendieron muchas veces cerca del pasaje, podría asegurar que Juan no tan solo quería atacar a mi mamá, sino que también a Carlos, por ser su actual pareja. Entonces esa es mi pregunta, si mi mamá lo denunció tantas veces ¿por qué no la protegieron? Su muerte era evitable pero nadie hizo nada-, comenta Cristián con la voz un poco más afectada.
El jueves siguiente al asesinato de Norma, la Fiscalía Metropolitana Sur fue parte de la reunión semanal por Zoom que convoca el Comité de Género de la Corte de Apelaciones de San Miguel, donde asisten distintas instituciones relacionadas con la violencia hacia las mujeres. Participan Carabineros, la Policía de Investigaciones (PDI), los centros de la mujer de la zona Sur de Santiago, junto a otros programas sociales como la Corporación de Asistencia Judicial (CAJ) y la Fiscal Jefa de Delitos VIF y Sexuales, Yazmin Salech.
En esa reunión se habló del femicidio de Norma y Salech reconoció la existencia de la denuncia de octubre del año pasado, sin embargo, a pesar que ella relató las amenazas de su ex pareja vía whatsApp, en la pauta de riesgo que maneja la Fiscalía su situación no arrojó un “riesgo alto” porque Juan no se había acercado a ella. Hasta la fecha antes de su asesinato la causa no había avanzado.
Este medio pudo confirmar que la denuncia no está judicializada en ningún Juzgado de Garantía, por lo que no existía orden de alejamiento.
La pauta de riesgo de la Fiscalía es similar a la pauta de Carabineros al momento de hacer una denuncia, son preguntas cerradas donde solo se responde “sí” o “no”, pero en muchas ocasiones la percepción de la víctima o del Ministerio Público dista de la peligrosidad real, como ocurrió en este caso. Según el relato de sus cercanos, en febrero Norma asistió al Centro de la Mujer Cordillera (que presta ayuda psicológica, social y jurídica, en las comunas de Puente Alto, Pirque y San José) donde sí se pesquisó que su situación era de riesgo grave, justamente por los antecedentes y el pasado delictual de Juan. Fue en ese lugar donde ella relató que tenía miedo por su pareja y sus seres queridos.
Para su familia la Fiscalía no hizo las gestiones necesarias para protegerla y hay una pregunta que queda en el aire ¿Quién investiga estas negligencias institucionales?
Audio Cristian Rojas – Hijo de Norma
Un trabajador de otro centro de la mujer del sector sur -quien prefiere mantener su nombre en reserva- dice que el problema viene de la Unidad de Violencia de la Fiscalía y la falta formación de los profesionales en perspectiva de género. Cuando Norma llegó al centro de la mujer, dijo que venía de denunciar de la Fiscalía, pero no se cursó ninguna denuncia.
-Ella tenía un vecino que puso cámaras y así se enteró que el tipo la fue a buscar. Se trasladó de la Pintana a Puente Alto donde la comenzó a acechar, por eso ella llegó hasta la Fiscalía. El historial del hombre es un factor de riesgo, les dijo que era un delincuente, pero su denuncia no fue judicializada-, dice el mismo trabajador.
En su opinión la Fiscalía debería haber hecho un requerimiento de procedimiento simplificado con todos los antecedentes que se manejaban. Hay factores de riesgo que establece la misma Ley 20.066 en su artículo séptimo – entre ellas, que el hombre no aceptaba el término de la relación-, tenía denuncias anteriores de violencia intrafamiliar e incluso condenas previas por crimen o simple delito contra las personas, todo eso daba cuenta de la seriedad y verosimilitud de sus amenazas. Bastaba además con tomar declaraciones a dos vecinos para tener pruebas suficientes y lograr una condena.
-La Fiscalía consideraba que estos antecedentes aún no eran suficientes para requerir procedimiento simplificado, debió al menos pedir medidas cautelares anticipadas al juez de garantía. Solo con la denuncia y el contexto que lo precedía daba cuenta que el hombre era un peligro para Norma. Se debió pedir alguna medida cautelar. Ella no tuvo siquiera decretada la medida de “prohibición de acercamiento”, que podría agravar la situación del hombre imputándole además el delito de desacato-, dice el funcionario del centro.
Los trabajadores de los centros de la mujer de esa zona también vienen denunciando hace meses la falta de profesionales para enfrentar la cantidad de denuncias que reciben y que aumentaron durante la pandemia. Hoy un centro puede llevar cerca 400 causas de Violencia Intra Familiar (VIF) con menos de diez funcionarios para trabajar en ellas. Denuncian también que las derivaciones del número 1455 han aumentado un 200% y que ese teléfono solo permite traspasar las llamadas a otras instituciones, donde quienes derivan también carecen de formación en violencia de género. En todas las ocasiones esa información debe ser sistematizada solo para uso interno del SernamEG, dónde no hay claridad sobre el fin con el que será utilizada.
Además las mujeres atendidas han denunciado a las funcionarias que tras la existencia de una medida cautelar, Carabineros no llegan en el 80% de los casos donde el hombre se ha acercado a la víctima. En muchas ocasiones se podría haber hecho efectiva una pena por desacato.
Consultados por este medio, desde la Fiscalía Metropolitana Sur comentan que después de la denuncia que estampó Norma el 24 de febrero en la 31 Comisaria de San Ramón , llegó ese mismo día hasta la Fiscalía de Puente Alto, (ya era la segunda vez que se dirigía la Ministerio Público). Allí la dejaron con el servicio de “Familia en línea”, en contacto directo con Carabineros. También aseguran que su caso sí fue catalogado de riesgo alto y que no se solicitó una orden de alejamiento, porque la Unidad de Víctimas habría intentado comunicarse con ella dos o tres veces, pero no contestó. Lo que se contrapone con la versión de sus familiares y la información que este medio pudo chequear.
La Fiscalía respondió además que se desconoce si ella llamaba al plan cuadrante o si Carabineros concurrió alguna vez.
Más grave aún es que este caso incluso hay denuncias anteriores que corresponden a los años 2008, 2012 y 2017. Algunas son de la misma Fiscalía y la Fiscalía Centro Norte y varias fueron archivadas.
Tras dispararle a Norma, Juan Flores corrió por la calle San Guillermo y huyó entre los gritos de los vecinos quienes la trasladaron en su propio auto hasta el centro hospitalario. Lo que les duele a quienes la socorrieron es que fue asesinada a 450 metros de una comisaría.
Ese mismo lunes, las vecinas de la Villa San Guillermo realizaron una velatón en memoria de “la Meme” en el lugar exacto donde fue asesinada. Las velas flameaban insistentes, mientras en un pequeño parlante sonaba “Canción sin miedo” de Vivir Quintana. Los rostros, aún en shock, estaban iluminados por pequeñas llamas y expresaban rabia o tal vez el temor de convertirse en las próximas víctimas.
A la mañana siguiente, familiares y amigos de Norma llegaron hasta la Plaza de Puente Alto con pancartas para exigir justicia: “Ni perdón ni olvido. Sin justicia no hay paz”. El frontis de su casa fue decorado con globos morados y un cartel con la frase “Las órdenes de protección no sirven”. Finalmente el funeral se realizó el viernes 19 de marzo en el Cementerio Parque del Recuerdo Cordillera.
El femicida aún sigue prófugo.
-Mi Meme no pidió una sola vez ayuda, sino que reiteradas veces habló con Carabineros y la PDI (…) Solo le dieron un número por si pasaba algo, ella tenía que llamar. Una vez llegaron 40 minutos después. Jamás la protegieron -, dice su sobrina Javiera antes de cortar la llamada.
*Como medio con enfoque de género, creemos en la importancia de denunciar y acudir a entornos de confianza y seguros para recibir contención y ayuda en casos de violencia de género. Si te encuentras viviendo situaciones de violencia psicológica, sexual, y/o física, puedes contactar a las siguientes organizaciones para denunciar y conseguir acompañamiento:
Fono Denuncia Seguro de Policía de Investigaciones, 600 400 01 01
Corporación Miles, que brinda acompañamiento legal, derechos sexuales y psicológico. Contacto: consejeria@mileschile.cl
Corporación La Morada, que brinda acompañamiento legal y psicológico las 24 horas. Contacto: +56937070019
En Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres, puedes encontrar más instancias de ayuda.
http://www.nomasviolenciacontramujeres.cl/donde-denunciar-3/