Ser mujer conlleva muchas veces tener que “ganarse” un espacio en la sociedad. Algo tan básico como la mera existencia es puesta en jaque a diario. Cada día, enfrentamos lo que significa ser mujer; las limitaciones, los cuestionamientos, las vejaciones.
Pero no todo es gris, si bien ser mujer conlleva mucho en nuestra sociedad, también te hace ser mucho. Es un camino lleno de batallas, algunas ganadas y otras en curso, que se libran pensando no en nosotras mismas, sino en las del mañana.
La lucha contra el patriarcado no tiene un destino final definido. Persiste en cada rincón de nuestras vidas, más allá de lo evidente. Implica resistirse a roles predefinidos, luchar por igualdad de oportunidades y derribar barreras invisibles que buscan restringir nuestro potencial. No solo somos receptoras de la lucha pasada, sino arquitectas del cambio futuro.
La propuesta constitucional actual representa un riesgo inminente para los derechos de las mujeres de Chile de hoy, y las del mañana. La votación que se llevará a cabo el 17 de diciembre tendrá un efecto directo sobre nuestras vidas, seamos mujeres adultas, jóvenes, niñas o mayores.
Este proyecto constitucional es un peligro para la garantía del derecho al aborto en tres causales por lo que se establece en los artículos 16 N°1, N°13 y N°12. Una de las batallas más cruciales se libra en torno a un cambio sutil, pero significativo, en la redacción de la Constitución. Pasar de “el derecho a la vida del que está por nacer” a “el derecho a la vida de quien está por nacer” puede parecer un detalle gramatical, pero para nosotras, las mujeres, es una diferencia fundamental. Esta modificación podría amenazar la ley de interrupción voluntaria del embarazo en tres causales, conquista lograda en 2017 para casos de violación, riesgo de vida de la madre o inviabilidad del feto. Cierra definitivamente el debate sobre el aborto libre, establece un techo máximo para nuestros avances y consagra los abusos.
La paridad, otro tema crucial, parece ser una ilusión. Aunque se prometió paridad de entrada para cargos de representación popular, la salida se aborda de manera insuficiente. La inclusión de una norma transitoria que envía la responsabilidad al Congreso para buscar un equilibrio de género 60-40 en las elecciones es, sin duda, ineficaz. ¿Por qué no abordar la paridad de manera directa desde la Constitución?
Este proyecto constitucional es un peligro para las mujeres madres que han luchado tanto tiempo por contar con el pago efectivo de la pensión de alimentos, por lo que se establece en el artículo 16 N°28 letra (b). Porque para esta Constitución es más importante defender el negocio de las AFP que garantizar la pensión alimenticia de niñas y niños.
La objeción de conciencia, un tema delicado, también sufre modificaciones que podrían afectar nuestra salud reproductiva. Aunque se excluyó la objeción de conciencia institucional, la posibilidad de la objeción a nivel personal plantea riesgos para servicios cruciales como esterilizaciones, interrupción del embarazo legal o tratamientos anticonceptivos.
Las promesas incumplidas de los republicanos son evidentes; prometieron seguridad, pero en realidad están imponiendo su moral conservadora y protegiendo sus negocios. Esta Constitución no resuelve, más bien agravia. Deja los cuidados como un deber familiar, ignorando los avances en la perspectiva de género que tanto hemos luchado por establecer.
Como mujer, me considero una agente de cambio, una fuerza revolucionaria. Mi existencia misma hace imposible aceptar este proyecto constitucional sin más. Por las mujeres que lucharon antes que nosotras, por sus logros, y porque soy mujer, es que estoy en contra. La promesa de un futuro igualitario no puede permitir retrocesos. Sin mujeres y el reconocimiento pleno de nuestros derechos, ningún cambio constitucional será sustantivo ni democrático.
Esta es una Constitución que atenta contra nuestros derechos, por eso vamos juntas a votar en contra.
