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El grito silencioso de Nicolás: La historia del ingeniero acusado de incendiar un furgón policial en Bellavista

El viernes 12 de febrero, Nicolás Piña fue detenido y golpeado en el Barrio Bellavista, lo acusaron de incendiar un furgón policial y de homicidio frustrado contra Carabineros. Paola Palomero, su madre, también fue agredida por los funcionarios policiales mientras intentaba ayudarlo. El joven ingeniero en Prevención de Riesgos arriesga diez años de cárcel y su parte policial confirma que el operativo fue realizado por un equipo ‘Intra Marchas’. Los mismos nombres de los agentes que lo detuvieron y levantaron cargos, se repiten en otros casos de los llamados presos de la revuelta.

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Es la tarde del domingo ocho de agosto y Paola Palomero (54) atraviesa el umbral de una pequeña cafetería en Lastarria. Viene a paso apurado y se sienta mientras acomoda su chasquilla que a ratos esconde unos grandes ojos pardos. Esta cansada. Han pasado seis meses desde la detención de Nicolás Piña (34), su hijo. El ingeniero se encuentra en prisión preventiva en Santiago Uno acusado de incendiar un furgón policial en el Barrio Bellavista.

Desde que Nicolás está preso, la vida de Paola también cambió. No ha vuelto a dormir tranquila, siempre está preocupada de que le pueda pasar algo.

-Él es mi único hijo y vivir esto como madre ha sido terrible. En estos meses he repasado una y otra vez su detención, intentando recordar cada detalle, ya que vi todo. Estuve ahí-, relata.

Eran las siete de la tarde del viernes 12 de febrero del 2021, y el calor caía pesado sobre la rebautizada Plaza Dignidad. En ese momento Paola esperaba pacientemente a Nicolás, su hijo había estado en Patronato y aprovechó de hacer algunas compras. Desde el inicio de la revuelta social ambos asistían juntos a las manifestaciones, la actividad se había convertido en un panorama familiar, particularmente por el compromiso del joven con ciertas causas sociales. Ese día Paola se sentía extraña e intranquila, quizá era un presentimiento respecto del alto contingente policial en la zona.

Se encontraron en las cercanías del puente Pío Nono, se abrazaron y caminaron juntos hacia el Barrio Bellavista tratando alejarse del impacto del carro lanza aguas que mojaba a un grupo de personas. Carabineros también comenzó a lanzar bombas lacrimógenas. Como el ambiente se veía “espeso”, ambos activaron sus ubicaciones en tiempo real de WhatsApp, en caso de que corrieran por sentidos opuestos. De pronto, un furgón de Carabineros estacionado en la intersección de Pío Nono con Dardignac llamó la atención de ambos.

-Recuerdo que los carabineros que estaban al interior de este furgón salieron arrancando, mientras escuchábamos los piedrazos contra el vehículo. Pese a  todo sentí preocupación de lo que podía pasar si ellos seguían ahí. Con Nicolás mirábamos a unos metros. Siempre regresábamos a casa antes del anochecer y el camino de retorno era por Bellavista. Cuando vimos que se empezó a incendiar este furgón, nos fuimos-, dice Paola.

En Antonia López de Bello con Bombero Núñez, tres hombres vestidos de negro descendieron de un auto gris y caminaron siguiendo a Nicolás, lo que alertó a Paola. En cuestión de segundos, el joven fue inmovilizado por ocho sujetos. Paola comenzó a gritar, momento en que fue empujada y golpeada para evitar que socorriera a su hijo. Cinco minutos después, Nicolás fue subido a la fuerza a una camioneta blanca que desapareció rápidamente.

Paola miraba aturdida a su alrededor, tratando de entender lo que había ocurrido. Para ella su hijo había sido secuestrado, no tenía dudas, y el tan solo recordarlo le provoca dolor.

-Quería saber dónde estaba mi hijo. Sentí miedo. No me importó estar golpeada, solo quería verlo, saber que estaba bien porque vi como lo golpearon también. Me llamó un carabinero y me informó que Nicolás estaba detenido en la 33 Comisaría de Ñuñoa. No podía creer que todo había sido parte de un operativo policial-, comenta.

Nicolás Piña

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“Estructurado, tranquilo y muy amable”, son las palabras con las que Paola describe a su hijo cuando se refiere a él. Nicolás Piña Palomero nació el 30 de agosto de 1986. A Paola la distrae hablar de su hijo en otra época. Comenta que desde muy pequeño mostró fascinación por la lectura y el ajedrez. Con el paso de los años, comenzó a interesarse por la astronomía, pasaba largo rato mirando el cielo a través de su telescopio, en absoluto silencio. Para él la filosofía y el estudio de los planetas siempre han sido sus grandes pasiones. Egresó del liceo Valentín Letelier de Recoleta y luego ingresó a estudiar Ingeniería en Prevención de Riesgos en el instituto Inacap.

-Nicolás siempre fue un joven muy especial, en el colegio le decían el “el señor perfecto”, porque era estudioso, buen alumno, deportista, simpático. Quien lo conoce tiene las mejores referencias de él-, comenta y esas anécdotas la hacen olvidar por un momento que su hijo está encerrado.

Cuando cumplió 24 años decidió junto a su pareja -de aquel entonces-, ser padres, ya que deseaba quería vivir la paternidad con responsabilidad y complicidad; que sus hijos vieran en él un mejor amigo, tal como ha sido la relación con su madre. Cinco años más tarde llegó su segunda hija.

Desde el 18 de octubre del 2019, junto a Paola y su hijo mayor, asistieron cada tarde a las manifestaciones en Plaza Dignidad. En algunas ocasiones desistía de llevar a sus hijos para no exponerlos a la represión policial. Paola en una oportunidad recibió el impacto de una bomba lacrimógena en su espalda, la que por suerte no tuvo mayores consecuencias.

-Estuvimos justo la noche en la que murió Abel Acuña en Plaza Dignidad, vimos cómo cayó y como Carabineros gaseó el lugar pese a que pedíamos que no lo hicieran más. Levantamos las manos, prendimos las pantallas y las linternas de nuestros celulares, pero siguieron igual-, recuerda.

Pese a la pandemia, siguieron participando en algunas convocatorias por la libertad de los presos de la Revuelta, sin imaginar que meses más tarde su familia estaría en la misma situación.

Antes de la detención, Nicolás trabajaba en una empresa de residuos y planeaba seguir estudiando Ingeniería Industrial, a pesar de sentirse constantemente tentado por la filosofía y la historia. Estaba viviendo con su abuela en la comuna de Renca,

Es por esa forma de vida que a Paola y conocidos les cuesta tanto creer que el joven ingeniero sea considerado un peligro para la sociedad.

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Tras el repentino operativo en Bellavista, donde Nicolás fue detenido por personal de Carabineros, Paola apenas podía hablar. Caminó hasta su casa, se sentía perdida, pero mantenía una la leve esperanza de que todo fuera una broma o un mal entendido. No fue así.

Al llegar a la 33 Comisaría de Ñuñoa, le pidió explicaciones a un carabinero.

-Llegué como pude y había un carabinero vestido de civil al que le pregunté todo. Me dijo que mi hijo estaba bien y que se quedaría en la Comisaría. Su nombre lo recuerdo muy bien: Rodrigo Leiva. Él sabía todo. Le conté que fui golpeada por los carabineros a cargo de la detención, le mostré mis brazos con moretones-, confiesa Paola.

Ella observó cada detalle del recinto policial y le llamó su atención una pizarra. Estaba escrita una lista con los nombres de los detenidos de aquella tarde, pero no estaba el de Nicolás, sino que aparecía la palabra “ingeniero”, lo que le causó extrañeza. Al cabo de un rato se enteró que su hijo había sido acusado de incendiar un furgón policial en el Barrio Bellavista, lo que le parecía aún más imposible de creer, ya que estuvo con él en todo momento.

Según el parte policial, al que este medio tuvo acceso, Nicolás Piña fue detenido por funcionarios del Departamento de Investigación de Organizaciones Criminales (OS-9), por el delito de “homicidio frustrado, lanzamiento de artefacto incendiario, daños fiscales y hurto”. Fue aprehendido por el suboficial José Herrera y el sargento primero Juan Ortega. Además, en la constatación de lesiones afirman que son de carácter leves.

Los nombres de Rodrigo Leiva y Juan Ortega son conocidos para los familiares de los presos políticos de la Revuelta, puesto que ambos son agentes ‘Intra Marchas’, miembros de la denominada “Patrulla de Cazadores”. Ya habían participado en las detenciones de Nicolás Ríos y Francisco Hernández, condenado a cinco años de presidio efectivo por el supuesto lanzamiento de bombas molotov.

Los Intra Marchas son agentes encubiertos de Carabineros que se infiltran en manifestaciones con el objetivo de realizar seguimientos y detenciones, pese a no contar con autorización de un juez de garantía o las instrucciones de un fiscal. El modus operandi consiste en vestir a funcionarios jóvenes con ropa de civil, incluso encapuchados, pasando totalmente desapercibidos entre los manifestantes. Al identificar a sus objetivos, los siguen y los detienen en los alrededores de Plaza Dignidad. También les propinan fuertes golpizas.

A pesar de ser operativos violentos e ilegales, que vulneran el artículo 226 bis, el Ministerio del Interior reconoció la existencia de estos equipos en las querellas presentadas y el Ministerio Público incluso utiliza sus testimonios como pruebas en juicios, y filmaciones obtenidas por los agentes encubiertos.

Durante el sábado 13 de febrero, se llevó a cabo de forma virtual la audiencia de formalización en contra de Nicolás, en el Tercer Tribunal de Garantía de Santiago, ese día quedó con prisión preventiva en Santiago Uno por ser considerado un peligro para la sociedad.

El Ministerio del Interior y Seguridad Pública presentó una querella criminal en su contra, por el delito de arrojar artefacto explosivo o incendiario, y homicidio frustrado a carabinero de Chile en acto de servicio.

“El día 12 de febrero de 2020, siendo las 20:30 horas aproximadamente, personal de Carabineros de dotación de diversas comisarías de la Prefectura Santiago Norte, se encontraban al interior del vehículo policial con las siglas institucionales Z-7396 cumpliendo funciones de control de orden público, momento en el cual un grupo indeterminado de sujetos comenzó a lanzar al carro policial diversos elementos, destacando bombas incendiarias de fabricación artesanal, huyendo el personal policial del móvil, el cual fue siniestrado en su totalidad (…) personal de Fuerzas Especializadas de Carabineros identificó a uno de los sujetos que lanzó artefactos incendiarios, iniciando un seguimiento a distancia, el cual culminó con su detención”, se lee en el documento, al que este medio tuvo acceso.

Fernando Monsalve, abogado de Nicolás, confirma que hasta la fecha Fiscalía Centro Norte no ha avanzado en las diligencias de la investigación, pese a que el próximo 13 de agosto el joven cumplirá seis meses en prisión preventiva.

-Tanto en los hechos como en el grupo que lanzó las bombas molotov, y en el grupo que lo detuvo, la participación de una persona que estuvo en ambos lugares, correspondería a un carabinero infiltrado-, explica .

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El 31 de julio Paola se despertó de golpe con la noticia de que el módulo 12, donde se encuentra encerrado Nicolás, había sido allanado por personal de Gendarmería.

La incertidumbre la angustiaba a cada minuto que pasaba. La noche se le hizo eterna, mientras conversaba por celular con otras madres de detenidos que sentían su misma desesperación. El único antecedente que tenían era que durante la mañana del día anterior el candidato presidencial, Gabriel Boric, había visitado el módulo para conversar con los presos de la Revuelta.

Según un documento de Gendarmería, al que este medio tuvo acceso, el candidato solicitó vía correo electrónico el 28 de julio concurrir al establecimiento junto a la diputada Claudia Mix, para visitar a David Gómez con el objetivo de verificar su estado de salud y conversar con él. La reunión fue autorizada por el Director Nacional de Gendarmería, Christian Alveal.

La mañana del viernes 30 de julio, Boric conversó con David y también con Nicolás Piña y finalizó su visita al mediodía. A pesar del percance ocurrido con otro imputado del mismo módulo, el candidato pidió que no se tomara ninguna medida disciplinaria al respecto, ya que había sido su responsabilidad.

Fernando Monsalve confirma que Nicolás fue elegido por Gendarmería para conversar con el candidato presidencial, aunque él no era a quien iban a visitar.

-Lo complejo es que Gendarmería dispone de los privados de libertad como objetos, que pueden hacer cualquier cosa, lo que no es legal, y lo otro cuando se realiza el allanamiento, lo cual no es anormal, tomaron a Nicolás, lo esposaron, le colocaron un foco de luz en la cara, lo separaron del grupo, y al preguntarle su nombre, lo sindicaron como que él era el objetivo. Esas son actuaciones propias de la tortura y apremios ilegítimos-, explica el abogado.

¿Cómo se vive la detención de un hijo y el posterior encierro?

Paola dice que las primeras semanas en las que Nicolás estuvo en prisión preventiva fueron horribles. Confiesa que no tenía energías y que pasó gran parte del día llorando en la cama. Luego entendió que de alguna manera tenía que ayudarlo. Comenzó a asistir a diversas marchas y convocatorias de familiares de presos de la Revuelta, en donde encontró apoyo y la fuerza para seguir peleando por su hijo.

-Siento que una forma de ayudar a mi hijo es recordar los detalles de su detención para ver si puedo esclarecer algo. Pienso una y otra vez, intentando encontrar pistas. En la forma que iba vestido, veo vídeos, comparo, he dejado los pies en la calle, pero haré todo por mi hijo. Me detuvieron cuando las mamás se encadenaron en la Catedral. Pero no descansaré porque él es inocente-, confiesa Paola.

El futuro de su hijo es incierto y actualmente el joven ingeniero arriesga diez años de cárcel. Sus días en el módulo 12 los sobrelleva a través de la lectura y ordenando sus pertenencias en el diminuto espacio que comparte con José Durán, imputado en el caso de Lo Hermida.

Paola  insiste que Nicolás fue víctima de un montaje policial.

-Todo lo que ha pasado ha sido tan doloroso, las madres somos la institución más importante del país, y hemos luchado por nuestros hijos, a pesar de que el dolor que se siente es enorme. Seguiremos de pie hasta recuperar su libertad. Mi hijo es víctima de un montaje y en estos meses me convertí en su voz, ya que sé que su grito es silencioso, y eso duele-, dice Paola y se emociona.

Afuera, en el Barrio Lastarria, ya está oscuro.

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Escrito por

Periodista de la Universidad Alberto Hurtado especializada en temas de Derechos Humanos.

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