En este día recuerdo la suerte de tener a un excelente padre, que aun a mis 30 años sigue apoyándome de forma incondicional, digo suerte porque en Chile parece un privilegio un papá presente. Y en mi vida personal no tuve la misma experiencia después maternando sola. Ahora, como profesional, es donde me ha tocado escuchar mujeres víctimas de distintas violencias y siempre me llamó particularmente la atención esa desconexión afectiva que tienen muchos hombres que han dejado hogares o que no se hacen cargo económicamente de sus hijes.
Uno de los ejemplos recientes fue cuando con la posibilidad de retirar el 10% de los fondos de las AFP, y la retención de estos por adeudar pensiones alimenticias, aparecieron los “papitos corazones”, incluso formaron una agrupación que rozaba con el chiste donde hablaban sobre “su derecho a emprender”. Toda esta situación dejó al descubierto un problema mayor: la violencia económica en contra de las mujeres, madres de esos niños, niñas y adolescentes o pequeñas. Sí a esa misma que la contraparte llama de burla “mamá luchona”.
Nuestra normativa vigente en materia de pensiones alimenticias establece una serie de apremios en contra de los deudores, pero que solo dicen relación con suspensión de licencia de conducir, arraigo nacional y órdenes de arresto. Durante este tiempo de pandemia, estas últimas se han denegado por parte de tribunales. A los deudores bien poco les importa si se decretan dichos apremios en su contra, incluso prefieren esas sanciones, en lugar de que les toquen los bolsillos. En muchos casos, al pagar la pensión, reclaman que las madres de sus hijes se gastan el dinero en ellas. Así de irrisorio y violento a la vez.
Las medidas de apremio ya mencionadas, entre otras, a lo largo de estos años, no han dado respuesta efectiva a este problema.
En agosto del año 2020, la ley N° 21.254 vino a establecer disposiciones transitorias para que los Tribunales de Familia puedan decretar como medida cautelar la retención del 10% de los fondos acumulados en la cuenta de capitalización individual obligatoria, con el objetivo de que se realice el pago de derechos derivados de pensiones alimenticias. Esto significó que cientos de mujeres vieran la posibilidad de recibir el pago adeudado por los padres, deudas millonarias en la mayoría de los casos.
Las demandas por pensión de alimentos llegaron a ser más 214 mil durante el año pasado y según cifras del gobierno, el 84% de las pensiones de alimentos no se paga.
Es abrumador ver cómo mujeres, de todas las edades, recurren a una como profesional para lograr exigir este dinero, pues ni el sistema de la oficina judicial virtual, ni las resoluciones emitidas por jueces de familia logran ser del todo amigables para que ellas puedan entender qué es lo que se resolvió. Muchas de estas mujeres, tras solicitar además dicha retención, han sido víctimas de amenazas por parte del padre de sus hijes y de esta manera reviven ofensas, insultos e incluso quedan expuestas a la violencia física. Estos hombres no logran entender que la deuda también es con ellas, porque mientras él era un padre ausente, estas mujeres obtuvo dinero de donde no había para suplir las necesidades de los hijes o hije en común.
Es también violencia institucional, porque el sistema ha fallado. Todo lo que ha ocurrido durante la retención de estos tres retiros del 10% deja entrever que el cobro de los alimentos, según la normativa actual, es altamente ineficiente.
Ahora que estamos ad portas de crear una nueva Constitución, es necesario abordar este problema de forma integral, primero dando cuenta que dichas deudas apuntan a la vulneración de derechos de los niños, niñas y adolescentes por sus propios padres; segundo, hay que abordar la educación y responsabilidad afectiva y parental.
Si bien el no pago de pensión alimenticia es una de las grandes aristas que deja entrever la responsabilidad de dichos padres, también existe un alto porcentaje que ha decidido ser padre ausente de manera absoluta, siquiera pidiendo jamás relacionarse emocionalmente con un hijo o una hija, o bien, incumpliendo regímenes de relación directa y regular. Este es también un país de niños y niñas que esperan el llamado o la visita de su padre. De ese día que nunca llega.