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El pacto patriarcal y los hombres intocables

El pacto patriarcal y los hombres intocables

Este martes 14 de junio se daría lugar al juicio en contra de Alberto Jesús López Lazo por los delitos de maltrato habitual y lesiones en contra de su expareja y el hijo que tienen en común. Sin embargo, el Trovador del Gol no quiso aceptar los hechos que en un principio había asumido, por lo que se realizará un juicio oral -audiencia de preparación- que finalmente será el 26 de septiembre.

Tras largos cuatro años de lucha, que la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres ha acompañado desde un inicio, por fin el reconocido relator deportivo enfrentará un proceso judicial. Y si bien sabemos del sesgo patriarcal de la justicia en Chile y las bajísimas penas a las que se exponen los agresores de mujeres, independiente de la resolución del Tribunal, hemos decidido acompañar a la denunciante y nombrar públicamente lo que nos consta: Alberto López es un maltratador de mujeres y no hay cabida para la impunidad.

El caso de López retrata las múltiples resistencias que persisten en espacios excesivamente masculinizados, en los cuales los hombres son endiosados y las mujeres relegadas a roles secundarios y, prácticamente, de absoluto beneplácito masculino. ¿Qué importa si le pega a su pareja si es que sigue haciendo goles para su equipo?, ¿por qué perder a un buen entrenador si tan solo violentó sexualmente a una mujer? Si ya es difícil que mujeres agredidas se atrevan a denunciar o contar su experiencia, en escenarios como el deporte en general y el fútbol en particular resulta sencillamente escandaloso. En innumerables ocasiones, tanto en Chile como en el extranjero, ha quedado en evidencia que los ídolos son inquebrantables y que nuestras vidas importan menos que un campeonato.

El “Trovador del Gol”, como se hace llamar López, se ha erigido durante estos años como un hombre intachable. Ha desplegado su dinero y poder mediático para lavar su imagen mediante la prensa, desacreditando a la denunciante y movilizando rápidamente a su séquito de seguidores –reales y falsos– a defenderlo con uñas y dientes en las redes sociales. En ese contexto es que como organización no sólo empatizamos y acompañamos a la ex pareja de López en este tortuoso camino, sino que también nos movilizamos para dejar en claro que es necesario marcar un poderoso precedente: cuando se trata de violencia contra mujeres no existen intocables. Nos movilizamos desde el convencimiento absoluto de que todo hombre maltratador, sin importar cuanta fama o dinero tenga, debe ser sancionado. Porque durante décadas las feministas hemos señalado que no obtendrán nunca más el silencio cómodo de la impunidad.

Durante la revuelta popular de octubre de 2019, cientos de mujeres de todos los territorios, del mundo nos unimos cantando El violador eres tú. Son los pacos, los jueces, el Estado, el presidente; coreamos al unísono. Al apuntarlos con el dedo, ubicamos en el imaginario social que el ejercicio de la violencia hacia las mujeres en sus formas más directas se perpetúa a través de manifestaciones más simbólicas: la impunidad de los agresores, la indolencia de funcionarios y profesionales involucrados en los procesos, la negligencia judicial en crímenes contra mujeres y, en definitiva, la inoperancia de un Estado que durante la post dictadura no ha avanzado significativamente en la creación de políticas públicas que apunten a la prevención y erradicación de la violencia hacia las mujeres.

La popular performance del colectivo Las Tesis cristaliza las reflexiones que los feminismos han instalado a lo largo de décadas y que —sobre todo desde la masificación del movimiento en 2015— ha obligado a la sociedad a reconocer la violencia patriarcal como un problema ineludible. En ese sentido, su politización ha sido un proceso de larga trayectoria, en que la constante acción pública y producción de conocimiento por parte de organizaciones y colectivas feministas, ha permitido identificar, nombrar y vincular las variadas expresiones que esta asume.

En la disputa por vidas libres de violencia, para nosotras las mujeres, los nuevos sentidos que buscamos asentar desde los feminismos se enfrentan y solapan con la naturalización de la violencia por parte de instituciones y personas —principalmente hombres— que se niegan a que dicha realidad cambie. Por ello la defensa patriarcal es aún más férrea en aquellos ámbitos y lugares que históricamente se han considerado propios de los hombres, en que las mujeres son intrusas, como es el caso del mundo futbolístico. En estos espacios persiste una complicidad masculina que se identifica con el otro y lo protege porque, al hacerlo, protege su propio derecho masculino de vulnerar y someter a las mujeres que le rodean.

Este es el caso de Alberto Jesús López, el claro ejemplo del pacto patriarcal que protege a los agresores y los reviste de impunidad. Las feministas, en nuestra decisión intransable de vivir vidas libres de violencia, no estamos dispuestas al silencio y nos recordamos a nosotras mismas que, a pesar de la violencia cotidiana que atraviesa nuestras vidas, somos conscientes de nuestra fuerza colectiva y en ella nos atrincheramos. Somos nosotras quienes hemos construido espacios de confianza, solidaridad y contención para responder a las agresiones, juntas y organizadas. Hoy, todas nos manifestamos como una sola voz y repetimos con fuerza que al silencio no volvemos nunca más, sin importar quién esté en frente.

¡Juntas nada nos detiene!

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Escrito por

Isadora Castillo y Yoselin Fernández, integrantes de la Coordinación Nacional de @MujeresRed

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