Denunciaron demoras y desidia, pero las mujeres de la familia Bahamondes -liderada por la prima de Nicole- nunca dejaron de luchar. En un principio pocos medios cubrieron el caso, pasaron cuatro fiscales durante la investigación y en agosto del 2019 conocieron el nombre del asesino: Víctor Pulgar. Esta es una historia de negligencia y violencia institucional que soportaron durante cinco años y que hoy llega a su final hoy con la lectura de la sentencia. Una historia que refleja la invisibilización contra las lesbianas, la privación de su existencia. “Queremos que ninguna familia vuelva a pasar por lo que nosotros vivimos”, confiesa María, prima de la joven.
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María Bahamondes (37) dice que antes del asesinato de Nicole, los femicidios o casos de mujeres desaparecidas eran una especie de fenómeno que le pasaba a “otra gente”, algo de lo que solo se enteraba a través de la televisión. No sabía de feminismo, de lesbofeminismo, ni menos de marchas. En medio de la conversación también repite la frase “antes de la muerte de Nicole”, como el punto de inflexión que cambió todo en la vida de la familia Bahamondes.
En agosto del 2019, después de una batalla de tres años por un atisbo de justicia, María estaba trabajando cuando la llamaron para comunicarle sobre quién era el posible asesino de Nicole: Víctor Alejandro Pulgar Vidal, un chofer de la micro Comercial Guerra, del recorrido El Melón- Limache.
Al fin había un nombre, un rostro, después de tanto imaginárselo y rumiar con la llegada de ese momento. Después de tanta espera.
María no lo podía creer cuando le entregaron esa información. Quedó paralizada. No sabía si era miedo, rabia o emoción. O la mezcla de todos esos sentimientos al mismo tiempo.
–Tuve que aguantarme la pena, poner cara de póker, seguir haciendo como si nada hasta llegar a la casa, porque no podía demostrar en la pega lo que estaba pasando-, dice al otro lado de la línea.
Primero desconfío, como no iba hacerlo. “Quizás culparon a cualquier hombre por la presión que hicimos estos días”, pensó. Hacía poco se había publicado un reportaje sobre el caso en la BBC, llegaron las cámaras, interesados de último minuto. Entonces la desconfianza a esas alturas era una forma de sobrevivir, dirá en medio de otras confesiones.
En ese momento también resurgió otra imagen: el día en que le avisaron que a su prima la habían encontrado muerta. Ella golpeando el manubrio de su auto llena de impotencia en medio de sollozos ahogados. Una avalancha de recuerdos en esta historia que ya es conocida: Nicole Saavedra está en un paradero en La Cruz (Quillota), es la mañana el sábado 18 de junio de 2016. Había estado en un “carrete” en la casa de unos amigos. ¿Cuántas mujeres cis, lesbianas no han (hemos) estado en ese mismo lugar?
Entonces Nicole toma la micro-esa “maldita” micro para su familia- y desde entonces se le pierde el rastro.
El pasado jueves 21 de octubre, Pulgar fue condenado por su participación en calidad de autor del delito de secuestro con violación y homicidio de la joven. También fue absuelto de la acusación por el delito de hurto simple y por la sustracción del teléfono móvil de la víctima.
El Tribunal de Juicio Oral en lo Penal de Quillota -por mayoría- consideró que el acusado actuó con alevosía, como agravante de responsabilidad penal, sin embargo desechó la agravante de odio y discriminación por la orientación sexual de la víctima, esgrimieron que ello “no resultó acreditado”. Entonces la imagen Nicole y su ropa de “camiona”, el piercing en la nariz y su orgullo de ser lesbiana visible, se esfuma de nuevo.
-Mañana se leerá la sentencia y esperamos presidio perpetuo calificado, este es un logro de la familia, de la abogada, de la Agrupación de Justicia Para Nicole, de sus amigas y de todas las mujeres que nos acompañaron-, dice María ad portas de tener algo de justicia.
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La data de la investigación comienza con el lunes 20 de junio de 2016, cuando su familia estampa una denuncia por presunta desgracia en el retén de Carabineros de El Melón. Al mismo tiempo realizaron una búsqueda con sus propios medios. Los carteles de “se busca” con el rostro de Nicole se multiplicaron por los muros y postes de Quillota. También hubo falsas alarmas: a Nicole la habían visto aquí y allá, cerca de un supermercado y en el centro de la ciudad.
El sábado 25 de junio el dueño de un Lote agrícola de Limache, en el embalse Los Aromos, divisó desde lejos el cuerpo de la joven. En un primer momento creyó que era un bulto de ropa en medio de los espinos. La joven había sido violada, torturada y asesinada. Desde entonces hay una convicción entre los habitantes de El Melón y entre los Bahamondes: A Nicole la mataron por ser lesbiana.
En ese lugar hoy existe una animita con sus fotos y banderines de colores. Una animita que han quemado en dos ocasiones.
– Nunca debimos pasar por esto, si la justicia hubiese actuado en su momento cuando el tipo cometió sus primeros delitos, Nicole estaría viva-, dice María.
Los meses siguientes al asesinato comenzaron las marchas para exigir justicia, en medio de una investigación que avanzaba lento. En abril del 2017 fue el primer cambio de abogado y llegó Silvana del Valle, de la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres, quien en uno de los primeros momentos denunció irregularidades en el caso. La familia no tenía acceso al expediente, solo a extractos. En la audiencia del día 21 de junio exigió copia de la investigación y de las diligencias que se habían pedido.
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La Nico (23) “la conejo”- apodo de sus amigas por los dientes grandes-era la menor de dos hermanos en una familia monoparental. Olga, su madre, sacó adelante a sus hijos trabajando de temporera.
A Nicole le quedaba un semestre para terminar su carrera como técnico en prevención de riesgo industrial. La última vez que vio a una de sus mejores amigas le confesó que estaba soltera y que estaba enfocada en sus estudios. Sus seres queridos solo le conocieron dos novias.
Un compañero (del Centro de Formación Técnica de la Universidad Católica de Valparaíso) – en un relato que aparece en una de las declaraciones- la recuerda introvertida y buena amiga. Juntos iban a discotheques gays y él –que guardaba las formas- dice que gracias a su amistad pudo asumir su homosexualidad, en definitiva “salir del clóset”.
Nicole le contó al principio de esa semana que el 17 de junio tendría un “carrete” y le pidió que la acompañara. Él le dijo que no podía, porque ya tenía dos inasistencias en la empresa donde hacía aseo. Ese viernes estuvieron en clases hasta las 10:45 y a la salida fueron al centro de Quillota, luego estuvieron en una oficina de Fonasa. Nicole estaba cotizando cirugías para la extracción de un lunar. Después entraron a una tienda donde él se compró un par de zapatillas y se despidieron cerca de las dos de la tarde.
A las 21:27 le llegaron dos mensajes que le notificaron las llamadas perdidas de Nicole. Estaba cansado, así que decidió ignorarla.
Esa fue la última vez que supo de ella.
En ese tiempo durante las primeras declaraciones, el caso quedó en la Fiscalía de Limache a cargo de Juan Emilio Gatica, el mismo fiscal del caso la secta de Colliguay. La información solo se reducía a datos repetidos, no había ninguna indagación que contribuyera a una posible hebra para seguir la investigación. Además, de un día para otro, se dejó de autorizar la entrega de antecedentes. Tiempo después la investigación quedó bajo reserva. En ese momento la familia Bahamondes tuvo algo de esperanza; quizás tendrían algo concreto sobre el atacante de Nicole y había que tener cautela. No recibieron ninguna noticia, solo hubo retrasos en las diligencias como las comparaciones de ADN y declaraciones de testigos.
María, junto a la madre de Nicole llegaban hasta la oficina de la fiscalía regional ubicada en la calle Molina. Las citaban y las dejaban esperando. Hubo ocasiones en que les cancelaban la reunión. Gatica anotaba nombres a la rápida y en pedazos de papel de manera desprolija. María recuerda que sentía el desinterés de quién debía investigar.
Para agilizar todo, la familia envió cartas a la Fiscalía Regional para pedir un cambio de fiscal. El caso pasó más de un año y medio estancado.
En el segundo aniversario del asesinato de Nicole, María Bahamondes llegó hasta la Fiscalía Nacional y se encadenó junto a Olga y los amigos de su prima. En ese tiempo el mayor temor era que el caso se cerrara.Temían que la investigación terminara como la de la joven lesbiana María Pía Castro, calcinada y asesinada en 2008 en Limache. El caso concluyó por la decisión administrativa del Ministerio Publico de no continuar con la investigación solo porque no se hicieron mayores indagaciones.
Ese día lograron hablar con el Fiscal Nacional Jorge Abbott, le reclamaron sobre el poco compromiso que sentían de parte de la institución. Él quedó en darles una respuesta, se demoró una semana: habría cambio de fiscal y la causa se trasladaría de la Fiscalía de Limache a la de Quillota.
Así sucedió el 4 de julio de 2018.
En esos días conocieron a la fiscal Ymay Ortiz, quien fue muy clara y dijo que haría todo lo que estuviese a su alcance para que se realizaran las diligencias que la familia había solicitado, pero en abril de este año les avisaron que Ortiz sería trasladada a la Fiscalía Nacional y el nuevo persecutor sería Ulises Meneses.
A esas alturas el agotamiento ya era evidente: la mamá de Nicole se enfermó y María tuvo que retomar el psicólogo. El 22 de junio, a tres días del aniversario de su asesinato, la familia Bahamondes y las agrupaciones feministas y lesbofeministas, marcharon por las calles de Quillota; Olga llevaba entre sus manos una bandera que ella misma había hecho. En medio de la rabia se tomaron la Fiscalía. Para la prima de Nicole lo más irónico de todo eso, es que este año, en varias ocasiones, les tocó declarar como imputadas por lo que pasó. La próxima audiencia será el 14 de febrero (Fueron acusadas de daños calificados y desórdenes públicos). También hubo una campaña en redes sociales para visibilizar la criminalización hacia el círculo más cercano de Nicole.
-Es fuerte mirar para atrás y ver todo lo que se ha hecho. Costó harto encontrar un poco de justicia, que mi prima fuera lesbiana repercutió en que los fiscales no se preocuparan de su caso-, recuerda y se oye cansada.
Cuando desde Fiscalía les informaron sobre la aparición de “un sospechoso”, tuvieron que manejar todo con mucha reserva durante casi dos meses.
Simplmente era la pista con la que ellas siempre habían insistido: un movimiento en el celular de Nicole. El equipo -no el chip- había sido utilizado dos veces entre el 2016 y el 2019 por una joven de Quilpué, quien finalmente resultó ser la sobrina de Pulgar.
El hombre además tenía un prontuario, primero robo con sorpresa en Illapel. El hecho ocurrió el 22 de septiembre de 2007, cerca de las diez de la noche, en el puente Fiscal de Salamanca. Allí atacó a una mujer y a su hija para robar una cartera y un banano. Los antecedentes hablan de lesiones leves, pero luego siguen otras formalizaciones por agresiones sexuales.
También había otra información que era aún más grave: Pulgar estaba recluido en el centro penitenciario de Limache, con una condena de diez años por la violación de una adolescente de su familia. El caso había sido denunciado el 2015, pero hasta el 2018 no había sido formalizado. Entonces, la explicación más extraña era que el 2019 estaba encerrado por un tercer ataque. Cinco meses después del asesinato de Nicole, secuestró y agredió sexualmente a una adolescente. La llevó a un sitio eriazo e incluso luego la amenazó a través de mensajes de WhatsApp. La niña hizo la denuncia.
Fuentes cercanas a la investigación revelaron que en algún momento el primer fiscal -Juan Emilio Gatica- coincidió con los dos casos: el de la violación de la primera adolescente y el de Nicole.
El último persecutor a cargo, César Astudillo, obtuvo la autorización judicial para tomar muestras de ADN de Pulgar, las que coincidieron con el ADN hallado en el cuerpo de Nicole. Una hipótesis que tienen sus cercanos es que el agresor la conocía por la frecuencia con que Nicole usaba ese trayecto. Es decir, Pulgar era claramente consciente de su orientación sexual.
-Cuando Víctor Pulgar habla respecto de cómo aborda a Nicole -más allá si la conocía o no desde antes- demuestra que él la reconoce como una mujer lesbiana por su forma de vestir, porque ella le dice que no le gustan los hombre y él – en su interpretación- dice que la convence de estar con él para ver si entraba en razón. Lo que Pulgar describe en ese diálogo, es el relato de una violación correctiva-, explica Silvana del Valle, abogada del caso y parte de la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres
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El Melón, localidad de la comuna de Nogales, perteneciente a la Provincia de Quillota, donde vivía Nicole, podía llegar a ser un lugar patriarcal y asfixiante. Es una comunidad agrícola, un lugar de mineros y campesinos. La joven era consciente de las miradas inquisidoras, las burlas y el peligro constante. Una vez un grupo de hombres se atrevió a más. “¡Ven que te vamos a hacer mujer!”, le gritaron mientras la perseguían. Minutos más tarde, Nicole le contó este episodio a su prima, estaba aterrada. Otra agresión similar fue cuando se arrojó a una discusión con un punk apodado “El Coto”, quien la terminó golpeando hasta dejarle el rostro amoratado. Tuvo que faltar tres días a clases.
Su temor tenía asidero: En El Melón –durante abril del 2019- se conoció otro caso de una violación correctiva a una adolescente de 14 años.
-La violencia estructural comienza cuando una mujer como Nicole es rechazada por una sociedad completa, cuando ella contaba anécdotas- entre comillas-pero eran vulneraciones de derecho de micreros de la misma línea en la que trabajaba su agresor, que la asediaban por la forma en que se vestía, por cómo se comportaba, es decir, por cómo ella expresaba libremente su identidad. Luego en la búsqueda de justicia, la poca importancia que se le da a la desaparición de una mujer joven, por el hecho de ser pobre, lesbiana y “camiona”. Cuando a la familia no se le cree que Nicole no estaba carreteando, sino que estaba desaparecida, eso es algo que a muchas mujeres jóvenes y pobres les ocurre en Chile. En las primeras reuniones con la Fiscalía Regional no tenían idea del caso, ni siquiera sabían lo que era una violación correctiva (…) Entre las cosas que nos han ocurrido estos cinco años fue descubrir que Pulgar tiene vinculación con el caso de María Pía Castro, porque declaró como testigo en esa causa, porque fue la última persona que habló con ella-, comenta la abogada en una reflexión final.
El 9 de agosto del 2019, para el cumpleaños de Nicole, María publicó un mensaje en su Facebook. “Querida Nicole hoy es tu cumpleaños y serían 27 rosas, pero alguien se cruzó en tu camino para no dejarte cortarlas. Pequeña, siempre estarás presente en nuestros corazones (…) Nada volverá a ser lo mismo sin ti y te prometo que quienes te hicieron tanto daño pagarán”.
Han pasado dos años y cuatro meses de ese post y María sabe que cumplió su promesa. Un grupo de mujeres feministas y lesbofeministas esperarán la sentencia de hoy en la Plaza Victoria de Valparaíso.
Pocos saben que los Bahamondes en cada reunión familiar aún dejan un puesto para Nicole en la mesa, que su pieza está intacta con los peluches, la ropa y los bototos de seguridad. Que Olga se enferma cada vez que escucha los detalles del ataque a Nicole y que quizá duerme en la habitación de su hija para sentirla más cerca. Por eso también hay un sabor amargo en la justicia que llega tarde.
Hoy, después de cinco años, María sabe de feminismo, de lesbofeminismo y de marchas. Sabe de la sororidad de mujeres desconocidas que se reconocen en su dolor.
-Creo que no hay mucho que celebrar, si le llegan a dar la perpetua calificada estaremos tranquilas, esa emoción que va a aflorar dentro de nosotras es porque queremos que este tipo nunca va a volver a tocar a otra mujer ni a otra niña. Queremos que ninguna familia pase por lo que nosotras vivimos y mañana es el comienzo del fin-, dice al terminar la entrevista.
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