A los 16 años, Simone Biles comenzó su camino como la mejor gimnasta del mundo. Tiene diez medallas olímpicas: dos de bronce (ambas en barra de equilibrio, en Río y Tokio), una de plata (en la categoría por equipos) y siete de oro, cuatro en Río de Janeiro 2016 (competición por equipos, competición múltiple individual, salto y suelo) y ayer ganó su tercer oro en París. Pero Biles ha demostrado que es mucho más que sus triunfos.
La joven dio una lección sobre la importancia de la salud mental cuando en Tokio 2020 decidió retirarse por los llamados” twisties”, la desorientación que pueden sufrir los y las gimnasta durante sus ejercicios, con el peligro que eso reviste. La mente y el cuerpo de Biles se habían separado.
El documental “Biles vuelve a volar”, estrenado recientemente en Netflix, ha vuelto a poner en el tapete el tema del abuso sexual al que sobrevió -y cientos de gimnastas- en manos de Larry Nassar, médico del equipo femenino de gimnasia de Estados Unidos. Todo esto en contexto del matrimonio Károlyi, famosos entrenadores de la gimnasia artística, quienes se arrogaban el haber descubierto a Nadia Comaneci. Las altas exigencias, maltrato y deshumanización de las niñas y jóvenes fueron caldo de cultivo para que un depredador actuara en medio de la cultura del silencio.
Y eso no es todo, el documental vuelve también al recuerdo de cómo ella y su hermana fueron adoptadas por sus abuelos, ya que su madre tenía consumo problemático de drogas. Allí también, la gimnasta, habla abiertamente de la violencia digital y los comentarios que recibió sobre su cuerpo musculoso y su cabello. Es una mujer racializada en un deporte donde, hasta hace poco, sólo primaban los cánones de belleza eurocéntricos.
El camino de Simone Biles fue una batalla por sobre ponerse a los problemas de salud mental y a las opresiones patriarcales.
El deporte es un medio para que niñas y mujeres se empoderen y puedan salir de ciclos del violencia. La disciplina, tolerancia a la frustración, concentración, orientación al logro, y el trabajo en equipo son algunas de las competencias que las deportistas de alto desempeño logran desarrollar a temprana edad. Así se evidencia en el estudio la “Radiografía del fútbol femenino” (Rojas, 2022).
En este mismo estudio, donde participaron 592 jugadoras de fútbol profesional, señalaron que las principales barreras para su desarrollo en esta rama es la falta de recursos, el acoso sexual y la discriminación de género. No debemos olvidar que la violencia de género es estructural y también se replica en el deporte.
Las mujeres deportistas no están exentas de frustraciones y registros dolorosos en la “memoria emocional”, que no han sido procesadas y que resultan difíciles de erradicar. Se entrena el cuerpo, pero muchas veces no suficiente la mente y las emociones para crecer de un modo integral.
En el estudio “Ganadoras” (Kaufmann, 2012) se analiza las competencias de las deportistas de alto rendimiento y su capacidad de superación. En la sociedad global, los desarraigos, traslados y viajes para reuniones o competiciones constituye una constante. No creen en la suerte, sino en el esfuerzo permanente y persistente.
Hoy lo hemos visto en Simone Biles es que ella no sólo es una sobreviviente del abuso sexual, sino también de la violencia digital, de la presión del entorno y de la “docilidad” y el cuerpo que se espera de las gimnastas. No todo es meritocracia y está bien gritarlo. “Realmente siento que a veces tengo el peso del mundo sobre mis hombros”, posteó en Instagram hace tres años.
Las personas resilientes como ella, saben ponerse límites y poner límites a los demás. Destacamos en Simone Biles haber tenido la valentía de admitir su fragilidad ante el mundo y decir “no” en Tokio 2020. La tolerancia a la frustración lleva a la madurez emocional. La noción de “limite y renuncia”, aparece con mucha más frecuencia en mujeres que en hombres. Todo esto nos lleva a su conocida frase: “Soy más que mis medallas”.
El concepto de resiliencia viene de la mano de Boris Cyrulnik (2005), quien cuando aún niño estuvo en un campo de concentración del cual se escapó a los seis años. Estudió medicina y se especializó en trauma y resiliencia.
En una reciente publicación en la prensa sobre deportistas en España titulada “Se acabó; de la humillación al empoderamiento”, se comprobó que muchas de las jóvenes practican la resiliencia. El ingrediente principal es la autoestima, que empieza a desarrollarse en los primeros años de vida. En esta etapa se cultiva en los niños y las niñas la semilla de la confianza en sí mismos y ésta se alza como factor decisivo a la hora de luchar contra la adversidad.
Las competencias en las que también sobresale en Simon Biles es la convicción de la propia valía, el espíritu de lucha, el apoyo de los que te rodean (la sororidad con sus compañeras, uno de los momentos más emotivos del documental), el ansia de triunfar, pero entender que el fracasos pude ser un aprendizaje valioso.
Algunas de estas competencias son las que permiten enfrentar las derrotas. Todas ellas tienen la virtud de “convertirse de náufragos en navegantes”, competencia crucial en momentos de incertidumbre e inestabilidad.
Simone Biles es una ganadora no sólo por sus medallas como gimnasta, sino por hablar de la depresión y el autocuidado en un mundo triunfalista. Ganadora por decir “no”. Ganadora por su lucha contra el peso del patriarcado.
Carla Rojas es sicóloga experta en Perspectiva de Género. En el 2023, junto a la Asociación Nacional de Jugadoras de Fútbol Femenino (ANJUFF) publicó el estudio “Radiografía del fútbol femenino en Chile”
Alicia E. Kaufmann es doctora en Sociología por L’École des Hautes en Sciences Socials de París, por la Universidad Complutense de Madrid y catedrática de Sociología de las Organizaciones en la Universidad de Alcalá de Henares.